Algunas veces llegamos a confundir el requesón con el queso, pero no son lo mismo, pues el primero es el resultado de procesar por segunda ocasión el suero que sobra de fabricar el queso, y cocerlo a una temperatura de 90 grados con bacterias lácticas que dan como resultado un producto balanceado y sano.

Al ser un producto lácteo que no necesita maduración, como algunos tipos de quesos, el porcentaje de agua que contiene es alto (llega a ser de hasta 80%), por esta razón, el aporte de grasas que posee es bajo y solo brinda 4 gramos por cada 100 de alimento.

El aporte de vitaminas que ofrece el requesón también es importante, pues es rico en calcio, potasio, fósforo, vitamina A y complejo B que ayudan a fortalecer los huesos, reducir el riesgo de desarrollar cálculos renales y disminuir las concentraciones de azúcar en la sangre.

Es un buen alimento para prevenir el riesgo de padecer cáncer pues un estudio publicado en el Journal of the National Cancer Institude encontró que, en el caso de mujeres premenopáusicas, quienes consumían de manera regular productos lácteos bajos en grasa se redujo el riesgo de padecer cáncer de mama.

Las vitaminas que se encuentran en el requesón como la vitamina B12, la riboflavina y el ácido pantoténico ayudan a el buen funcionamiento del cerebro y a convertir los carbohidratos en energía.

El requesón es una buena fuente de magnesio que activa las enzimas del cuerpo, mantiene el funcionamiento de los músculos y los nervios. Además, ayuda a mantener los niveles de azúcar en la sangre, previene ataques cardiacos, estreñimiento y trastornos psiquiátricos y migraña.

Por si fuera poco, un estudio realizado en 2012 demostró que el consumo moderado de requesón junto con otras frutas y verduras es efectivo para lograr y mantener la pérdida de peso.

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