Estamos a casi un mes de que inicie la primavera, y con ello inicia la temporada de mamey, un fruto de origen mesoamericano de la familia de las zapotáceas, que mide entre 8 y 20 cm de largo. Es de cáscara dura, quebradiza, áspera y de color rojizo pardo.

Su nombre en náhuatl es Tetzontzapotl, que significa zapote de color tezontle, esto debido a la tonalidad del mamey que se asemeja con la famosa piedra. Es de sabor dulce cuando madura y ha madurado. En su interior alberga dos grandes semillas llamadas pixtles.

Consumir este fruto regularmente trae diferentes beneficios a la salud, pues es rico en vitaminas, minerales y nutrientes que ayudan al buen funcionamiento del cuerpo. Por si fuera poco, su semilla en forma de aceite, es utilizada en productos de belleza por sus propiedades.

Su alto contenido en vitamina B6 ayuda al buen funcionamiento de las enzimas e influye en el desarrollo cerebral durante el embarazo y el desarrollo de los infantes, además consumir esta vitamina es esencial para prevenir o disminuir el riesgo de padecer cáncer.

Es un buen alimento para la digestión, pues su alto contenido en fibra ayuda a luchar contra la diarrea y mejora el tránsito intestinal.

La vitamina C que contiene ayuda a la cicatrización de heridas o células dañadas en la piel, además ayuda a reparar y mantener el cartílago, los huesos y los dientes, además esta vitamina es considerada como un antioxidante, los cuales ayudan a frenar el envejecimiento celular.

Este fruto es rico en minerales esenciales, como el manganeso y potasio que permiten que los nutrientes de las células fluyan, además, junto con el calcio y el sodio ayudan a normalizar el ritmo cardíaco.

Además, es considerado un alimento antiparasitante, pues las semillas del mamey, ayudan a combatir los parásitos del intestino.

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