Tras tres décadas de mediciones por satélite del ozono, los científicos climáticos por fin ven una tendencia positiva de recuperación global gracias a los esfuerzos internacionalespor frenar el uso de las sustancias nocivas.

La parte de la atmósfera terrestre con altas concentraciones de ozono protege la vida en nuestro planeta de la radiación ultravioleta del Sol. Sin embargo, ciertos contaminantes destruyen este gas, haciendo que el grosor de su capa disminuya y creando el famoso agujero de la capa de ozono.

El agotamiento del ozono en nuestra atmósfera y el consiguiente aumento de la exposición a la radiación ultravioleta provocan cáncer de piel, cataratas y trastornos en el sistema inmunitario de los humanos, así como daños en animales, plantas e incluso el fitoplancton microscópico.

El ozono de la atmósfera, situado a unos 11-50 km por encima de la superficie terrestre, comenzó a disminuir en todo el mundo a partir de los años setenta del siglo pasado. La reducción más importante se produjo en la alta estratosfera, a un ritmo de entre 4% y 8% por década.

Esta tendencia se ha visto interrumpida tras los acuerdos internacionales para la reducción en el uso de sustancias que agotan el ozono, y los satélites de vigilancia ya han detectado los primeros signos de recuperación.

Aunque la cobertura que ofrecen los satélites es adecuada, su funcionamiento está limitado temporalmente. En cambio, los científicos climáticos precisan de lecturas que abarquen 30 años o más para poder analizar las tendencias con precisión.

El ozono, en particular, varía dependiendo de la estación y de la actividad solar, por lo que se necesitan décadas para separar esta variabilidad natural de los cambios influidos por el hombre.

Para responder a este problema, los científicos de la Iniciativa sobre el Cambio Climático de la Agencia Espacial Europea (ESA) están armonizando las mediciones procedentes de distintos satélites para obtener una visión a largo plazo de la variabilidad del ozono.

Las lecturas se remontan a 1995 en el caso de "columnas totales" —el ozono total de todas las capas de la atmósfera— y a 2001 en el caso de perfiles de ozono con alta resolución vertical, que permiten identificar las distintas capas.

Los registros proceden de cinco sensores satelitales capaces de proporcionar mediciones con una resolución vertical elevada, como los de la antigua misión Envisat de la ESA, junto a la información actual de la canadiense SciSat y el satélite sueco Odin.

Recientemente se han añadido las mediciones de los satélites ERBS y Suomi NPP de la NASA, ampliando la cobertura hasta 1984.

“Al combinar los datos de la Iniciativa sobre el Cambio Climático con los de la NASA, vemos claramente tendencias negativas en el ozono de la alta atmósfera antes de 1997 y tendencias positivas tras esa fecha”, afirma Viktoria Sofieva, científica investigadora senior del Instituto Meteorológico Finlandés.

“Las tendencias de la alta estratosfera más allá de los trópicos son estadísticamente significativas y preludian una cierta recuperación del ozono”.

Las mediciones de ozono con alta resolución vertical son esenciales para identificar estas tendencias. La futura misión Altius de la Iniciativa de Vigilancia de la Tierra de la ESA ofrecerá mediciones continuas para la vigilancia del clima a largo plazo.

jpe

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