En los últimos días, el tema de relevancia en el ámbito económico ha sido, por un lado la publicación de la única cifra oficial sobre el comportamiento de la economía durante el primer trimestre del año, labor que realiza el Inegi. Por el otro, los ajustes, y sus razones, de cuentas, a los que se ha tenido que someter el gobierno federal a través de las autoridades económicas y monetarias respecto de sus perspectivas de crecimiento inicialmente planteadas.

De acuerdo con el Inegi, durante el trimestre enero-marzo de 2014 el PIB registró un crecimiento de 1.8% en términos reales, respecto del mismo periodo de un año antes, y de 0.28% al compararlo con el trimestre inmediato anterior, esto último con cifras desestacionalizadas. Este anuncio llevó a que tanto el Banco de México como la Secretaría de Hacienda anunciaran ajustes a sus expectativas.

Por un lado, el banco central redujo su holgado intervalo de crecimiento de entre 3% y 4%, a uno de 2.3% a 3.3%, aduciendo que las condiciones sobre todo externas han cambiado. Por su parte, Hacienda hace un ajuste de cuentas y establece un conservador crecimiento de 2.7%, lejos del optimista 3.9% que estableció en los CGPE. Lo destacable es que en su comunicado plantee que en lo que resta del año se presentará un mayor dinamismo y fortalecimiento de la demanda interna, que mejorará las condiciones. Pero al parecer, nos indica que habrá que aceptar que el primer trimestre ya nos quitó un punto en el crecimiento, el cual no se podrá recuperar.

El que el gobierno establezca un objetivo relativamente alto de crecimiento económico para el año que inicia no es el problema, es un propósito y debe ser optimista, ya que crea expectativas positivas. Lo criticable es que no se trabaje para lograrlo. La función del Estado es establecer las políticas públicas que encaminen tal propósito. Sin embargo, si de entrada no existe la coordinación y congruencia necesaria entre las distintas políticas públicas: fiscal, monetaria, cambiaria, industrial, de fomento, entre otras, no se pueden lograr los propósitos planteados. En particular, destaca la discordancia entre las políticas fiscal y monetaria, tal pareciera que persiguen objetivos distintos, siendo que el verdadero es crecer con estabilidad.

Ahora bien, no sólo el gobierno tiene un papel importante en la búsqueda del crecimiento económico, el sector privado y social también lo tienen y quizás más importante. Estos últimos han tomado una posición acomodaticia, exigiendo al Estado condiciones óptimas, pero sin asumir sus propios riesgos, sin hacer su trabajo. La inversión productiva y la intermediación financiera implican riesgos, que se deben minimizar por supuesto, pero esto se realiza creando un círculo virtuoso, es el sector privado el que crea el empleo productivo, y por ende el ingreso y la demanda, no el gobierno.

Tampoco debemos sentarnos a esperar a que las reformas estructurales empiecen a dar frutos, si éstas aún no se concretan del todo. En particular la energética y de telecomunicaciones que sin duda son importantes y han generado expectativas positivas, pero tienen un horizonte de dos a tres años para que empiecen a operar. Tampoco hay que dejar de lado las lecciones que nos están dando las reformas que ya están aparentemente en marcha como la laboral, la financiera, la educativa y la hacendaria.

La evaluación a la fecha es que no están dando los resultados esperados. El mercado laboral no se ha flexibilizado y no se ha formalizado el empleo; el crédito productivo no se ha dinamizado; y la hacendaria ha tenido efectos contrarios al desincentivar el consumo y la inversión privada, ya que el mecanismo recaudatorio es el que está en marcha, pero todavía falta que se active el del gasto de inversión. Sobre la educativa mientras no se asimile y se instrumente correctamente, decir que es letra muerta es la mejor opinión que se puede emitir. Es necesario un ajuste de tuercas.

No se trata de fijar metas de crecimiento y ajustarlas cada tres meses, lo que lamentablemente resulta a la baja. Se trata de trabajar para alcanzarlas, no desde la relativa comodidad de una trinchera, sino desde una combativa y estratégica posición en el frente de batalla.

En Consultores Internacionales, SC, nuestra filosofía es que el futuro no se adivina ni se predice, se construye. Para construir ese futuro alcanzable, se debe empezar a trabajar desde hoy. ¡Hagamos lo que nos corresponde!

* Presidente de Consultores Internacionales, SC.

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