En el sector automotriz han destacado inversiones nunca antes vistas en investigación y desarrollo (I&D), en busca de mantenerse dentro del margen de los cambios tecnológicos. Éstas han crecido a una tasa anual de 8% en los últimos cuatro años, según un estudio realizado por Boston Consulting Group (BCG).

En el ranking mundial de las empresas más innovadoras realizado por BCG año con año, se observa un incremento en la presencia de las automotrices. En 2005 contaban con cinco empresas dentro de los primeros 50 lugares, para 2013 lograron tener 14. Por primera vez en esta lista, hay más empresas como Toyota, Daimler, General Motors y Honda, que compañías tecnológicas en los primeros 20 puestos.

La innovación de la industria se está presentando debido a las regulaciones impuestas por los gobiernos, las expectativas y necesidades que demandan los clientes y el constante avance tecnológico. Por ello, las compañías centran sus esfuerzos en el desarrollo de cuatro áreas principales: tren motriz, materiales ultraligeros, conectividad y sistemas de seguridad (manejo asistido).

Las innovaciones en el tren motriz se basan en aumentar el rendimiento del combustible y reducir las emisiones a la atmósfera. Algunas de las opciones viables hoy en día son las siguientes:

Autos híbridos con motor eléctrico y de combustión interna, de tal manera que ambos se complementan.

Automóviles cuya propulsión está basada en gas natural, con una combustión que genera menos contaminantes que la de gasolina. Las posibilidades de utilizar gas como fuente de energía son altas, pues su aplicación se vuelve muy atractiva por su bajo costo de operación.

Los motores a diésel, que hoy tienen una combustión de alta eficiencia y un bajo consumo, tienen rendimientos de hasta 35 millas por galón (por ejemplo los modelos Passat y Jetta).

Automóviles impulsados por motor eléctrico como el Nissan Leaf y el i3 de BMW.

Autos de celdas de combustible, que generan energía a través de una reacción química entre el hidrógeno y el oxígeno. Son amigables con el medio ambiente al expulsar agua por el escape.

Basta con mirar la alianza entre Daimler, Ford y Nissan, quienes pretenden desarrollarlas y tenerlas listas en 2017. Para alcanzar altos volúmenes de producción, primero habrá que bajar el costo de las celdas, después la tecnología para almacenar hidrógeno y finalmente las estaciones de recarga.

La tendencia en los materiales empleados en la industria se encamina a reducir su peso y aumentar la resistencia. El reto radica en disminuir los altos costos que implica la tecnología para manufacturar y ensamblar este tipo de materiales.

El manejo asistido es toda una realidad, existen vehículos autónomos con cámaras, radares y sensores térmicos; sin embargo, hay una brecha legal para poder ver esta tecnología en las calles.

Para lograr estas mejoras, se deben intensificar las inversiones, tanto de los fabricantes de equipo original como de sus proveedores, que permitan la introducción de nuevas tecnologías para alcanzar las economías de escala, y así, pasar de un auto como lo conocemos a una nueva máquina que esté controlada en su mayoría por dispositivos electrónicos y software.

Aún no queda claro si alguno de los grandes líderes será capaz de imponer las diferentes alternativas expuestas. Existe la posibilidad de que cada uno de ellos opte por una tecnología diferente y, en este sentido, será más difícil alcanzar las economías de escala necesarias para posicionar un ADN diferente que transforme el automóvil, cuyos fundamentos actualmente son los mismos de hace 100 años.

*El autor es profesor decano del área de Dirección de Operaciones del IPADE.

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