El actual entorno económico es desafiante, el crecimiento ha disminuido en algunas regiones del mundo, conviviendo con una alta volatilidad y especulación financiera.

La desaceleración en México se ha convertido en estancamiento, si bien el PIB del tercer trimestre del año fue superior al registrado durante los meses previos, ello no necesariamente significa que comenzará un nuevo periodo de crecimiento más vigoroso.

El Indicador Global de Actividad Económica, que mide el desempeño mensual de la actividad productiva, registró un incremento anual de solo 0.8%, inferior al promedio del año.

En este sentido es evidente que el país tendrá un cierre de 2013 con algunas sombras sobre lo que ocurrirá en la primera parte del 2014. Si el gasto de gobierno no reactiva a sectores como el de la construcción difícilmente tendremos un mejor panorama, algo similar ocurre cuando se piensa en algunos otros sectores industriales.

La incidencia sobre el mercado laboral es clara, hay un aumento en la tasa de la desocupación y en las condiciones de precariedad del mercado laboral. Al final se tiene un efecto adverso sobre el bienestar de la población.

Encontrar opciones productivas, que generen mejores condiciones de vida es una labor fundamental, particularmente para quienes administran los recursos públicos.

Los esfuerzos de los gobiernos deben tener mayor sinergia con los realizados desde el ámbito académico, privado y ciudadano, teniendo siempre al interés nacional como objetivo de las estrategias y acciones a emprender. El 2013 demostró que no se puede generar crecimiento y bienestar sin la participación de todos los actores de la sociedad.

La tarea del gobierno es generar consensos, entornos favorables y apoyar el funcionamiento de los verdaderos motores de la economía, las empresas.

En el actual contexto es fundamental el fomento del sector manufacturero, particularmente por alto valor agregado y la integración de las cadenas productivas que puede obtenerse a partir del mismo. Ello puede potenciar un crecimiento económico vigoroso, que favorezca la creación de empleo de mayor calidad y en donde la innovación permita elevar la productividad y competitividad. El desarrollo industrial debe ocupar un lugar estratégico en el diseño de políticas públicas, ya que sectores como el de servicios no tienen la capacidad de innovar e integrar a toda la actividad productiva de la manera que lo hace la industria.

Reconsiderar las acciones que Alemania, Estados Unidos, Canadá y Holanda es importante, todos ellos promueven una nueva etapa de desarrollo industrial. Corea del Sur y China siguen avanzando en dicho sentido.

La reciente visita del Dr. Li Yong, director general de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, muestra la importancia del tema en el entorno global. El comercio internacional se potencia con una actividad industrial sólida.

El posicionamiento que nuestra nación ha alcanzado en el comercio internacional no podría entenderse sin el aporte que la actividad industrial de las manufacturas le representa, casi 83% de las exportaciones pertenecen a dicho sector. Gracias a ello, y a la contribución del petróleo, la Organización Mundial de Comercio estimó que en el 2012 México ocupó el lugar 14 a nivel internacional es su lista de principales exportadores.

Evidentemente que ello es positivo, sin embargo es insuficiente para las necesidades de crecimiento y desarrollo social que nuestra nación tiene. La razón básica es que las exportaciones mexicanas tienen un alto contenido de importaciones, lo cual merma la contribución al crecimiento que el sector externo debería alcanzar.

Los cambios estructurales a implementar deben avocarse a resolver los problemas que inhiben el desempeño de la actividad productiva e impulsar el desarrollo de la industria. El gasto de gobierno no es suficiente, sin valor agregado no se puede crecer.

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

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