Cuando la deuda que tienes con el banco o cualquier institución financiera se torna difícil de pagar, puedes negociar con el banco la forma de cómo liquidarás el compromiso; sin embargo, es importante que entiendas las implicaciones de cada una de las opciones que te ofrezcan, ya que de ello dependerá que sigas siendo una persona confiable para el sistema financiero.

Primero habrá que tener claro que cualquier negociación es para liquidar la deuda, por lo que no existe la opción de no saldar tus compromisos, ya que eso podría acarrearte desde conflictos para cuando requieras de otro financiamiento distinto, hasta implicaciones legales con las empresas financieras.

Así, al llegar a estas instancias, ya sea porque no planeaste correctamente tu crédito o por circunstancias ajenas a tu control, como un accidente familiar, que limitaron tu capacidad de pago, tendrás que ser disciplinado en los gastos y constante en los pagos que tengas que realizar en lo sucesivo.

La negociación

De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), antes de sentarte a negociar con el banco, o con algún despacho de cobranza contratado por la institución financiera, tienes que tener claro cuáles son tus posibilidades de pago, para que no tomes un nuevo compromiso que no podrás liquidar y que vuelvas a caer en el incumplimiento.

El órgano regulador recomienda que se negocie directamente con el banco, ya que los despachos de cobranza pueden no plantear todas las opciones que puede tener como cliente, con la finalidad de recobrar lo más pronto posible el adeudo y cobrar su comisión.

La Organización Nacional de la Defensa del Deudor, explica que antes de que pueda darse una negociación adecuada, debes cumplir algunos parámetros con cada deuda a negociar:

a) Haber dado inicio a una suspensión provisional de pagos.

b) Estar desde hace algunos meses en mora legal.

c) No haber hecho muchas promesas de pago al acreedor en falso.

d) Tener los recursos económicos para poder cumplir con la negociación.

Existen dos formas que regularmente un banco plantea al cliente para que se liquide la deuda, ya sea a través de una reestructura de pago o por medio de lo que se conoce en el argot financiero como una “quita”, las cuales tienen la finalidad de que se pague el crédito en un tiempo determinado.

La reestructura, es una modificación de las condiciones establecidas de un crédito, para que el deudor tenga más posibilidades de pago, ya sea través de una serie de pagos extraordinarios para que ponga al corriente su crédito o con una restructuración completa de la deuda.

Las restructuras sólo permiten que los bancos descuenten los intereses moratorios y los gastos de administración y cobranza que se generaron en el periodo de moratoria, pero ello no significará que te quitarán el monto de los intereses del crédito o el capital prestado.

“Hay que preguntarse si puedes pagar una cantidad dos veces mayor a tu pago mínimo mensual por cada una de tus deudas. Si la respuesta es no, entonces la reestructura no es una opción viable para ti porque tu situación económica ya está muy afectada”, asegura el organismo Defensa del Deudor.

Si la restructuración no es una buena opción, se encuentran las quitas, que es un acuerdo que celebran las partes interesadas (el deudor y el acreedor) para liquidar la deuda en su totalidad mediante un descuento, el cual puede ir desde un 30% y hasta un 80% del total de la deuda, incluidos los intereses moratorios y el capital.

La quita tiene la gran ventaja de ofrecer la posibilidad de liquidar una deuda con una fracción del total, en uno o hasta tres pagos regularmente, de acuerdo con el deudor y la negociación de cada banco.

Las quitas dañan el historial

Cada uno irá definiendo la cantidad que puede pagar y lo que le parece justo en base a la deuda original, pero es importante saber que al pagar con quita, no se queda 100% limpio en el historial crediticio, al menos no por los siguientes seis años.

Luis Fabre, vicepresidente de la Condusef comentó que existen algunos despachos de cobranza, que con tal de cobrar la comisión y recuperar una parte del adeudo, ofrecen inmediatamente una quita, con tal de que sea atractivo para el cliente liquidar lo antes posible, sin ofrecerle otras opciones.

“El ofrecer sólo una quita del crédito por parte de los despachos es una mala práctica, por lo que el cliente debe consultar y negociar directamente con el banco, el cual tiene la obligación de dar respuesta a la persona que se acerque a negociar”, dijo Fabre.

El funcionario explicó, que en estos casos el historial que queda en el buró de crédito, es que si bien salda la deuda la persona, esto es una mala nota para su expediente, lo que afecta al momento de contratar cualquier otro crédito.

“Como banco sólo ves si hay una mala nota, así están los modelos de riesgo. A pesar de que liquidaste de buena fe, en el buró apareces como un mal pagador y que quebrantaste las fianzas de la institución que te dio un crédito, esto mina la confianza de cualquier intermediario”, aseguró un director de crédito de uno de los bancos consultados.

De acuerdo con la Condusef, las claves que se colocan en el Reporte Especial de Crédito que emite la empresa Buró de Crédito son asignados por las entidades financieras, y la que más podría afectar es “UP”, la cual significa “cuenta que causa quebranto”, y esta es la que se genera en una quita de crédito.

Otras claves relacionadas con estas negociaciones son “LC”, que indica convenio de finiquito o pago menor, acordado con el consumidor; “LG”, pago menor por programa de gobierno; “RA”, cuenta reestructurada sin quita por programa de gobierno; “RV2, cuenta reestructurada sin pago menor.

En tanto, los números que se muestran en el historial crediticio reflejan la oportunidad en el pago del consumidor; por ejemplo, 01 significa cuenta al corriente; 02, atraso de menos de 30 días y 03 atraso de menos de 60 días.

La Condusef menciona que la calificación número 9 es totalmente indeseable, la cual cierra el crédito a las personas que la obtiene; de esta forma, 96 indica que cuenta con atraso de más de 12 meses; 97, que se tienen una deuda parcial o total sin recuperar y quitas; o 99 que indica fraude cometido por el consumidor.

“Lo mejor es evitar caer en este tipo de moratoria, pero si ya se está en esta situación, lo mejor es asesorarse con organismos como la comisión en caso de no conocer la mejor forma de actuar”, aseguró el vicepresidente de la Condusef.

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