En México si sabemos el cómo… lo que nos falta son las acciones que conviertan en hechos los diagnósticos. ¿Podemos superar esta limitación?

Nuestra economía está pasando por un momento en el que es necesario hacer una serie de definiciones, a efecto de promover un crecimiento más elevado y sustentable en el largo plazo, sin el cual será difícil contener el problema de la pobreza y la marginación que afecta a la mayoría de la población. Tenemos una amplia dotación de recursos estratégicos, que no es posible explotar racionalmente debido al mal funcionamiento de algunos mercados, a la reglamentación excesiva de algunas actividades y a la falta de competencia, que cierran todas las opciones para que haya inversión en esas actividades. El sistema educativo ha iniciado una serie de cambios, que empezarán a dar resultados en el mediano plazo, aunque por lo pronto los egresados del sistema educativo adolecen de ciertos problemas para ocuparse y recibir una remuneraciòn atractiva y las reformas estructurales por las que estamos atravesando no serán suficientes para corregir los problemas de fondo que detienen los flujos de inversión productiva en áreas fundamentales.

Se dice que somos una de las economías más abiertas del mundo, pero las complejidades de trámites, la revisión continua de reglas, el sistema fiscal y las aduanas complican excesivamente el aumento en los flujos de comercio. Además la elevada concentración en algunas actividades, sumada a la falta de competencia, no permite aumentar el grado de integración nacional en las exportaciones, por lo que los beneficios del comercio exterior son limitados a unas cuantas empresas y personas, no permitiendo que la mayoría de la población y las empresas micro, medianas y pequeñas se integren y generen un efecto multiplicador considerable.

Consultores Internacionales, S.C. condujo un trabajo cuyo objetivo es delinear un plan de acción para establecer una política industrial flexible para el largo plazo, en el que se destacan siete elementos, que tomados e instrumentados en un programa estratégico de acciones podrían detonar el crecimiento de muchas actividades, empresas y el desarrollo regional.

Este documento se destaca los temas en los cuales podría basarse una nueva política industrial flexible, para reforzar la industrialización del país y ganar competitividad, para competir en mejores condiciones con el resto de las economías globalizadas. Los siete temas identificados son una estrategia para las Mipymes; el tema del comercio exterior y la competencia; justicia laboral y seguridad social; política tributaria e incentivos fiscales; capacitación y vinculación del sistema productivo con las universidades; la simplificación y desregulación de la actividad productiva; la normalización, así como un sistema de monitoreo.

La problemática de las Pymes es compleja y muchas han optado por la informalidad, por lo que es necesario estructurar un programa para integrarlas a la formalidad. En el tema del comercio exterior y la competencia, es necesario simplificar los trámites para expandir el flujo de intercambio y agilizar el sistema de aduanas, con el objeto de dinamizar el intercambio de mercancías y abaratar los costos. En materia de justicia laboral y seguridad social es vital actualizar nuestra legislación laboral, de acuerdo con las circunstancias mundiales y definir claramente qué sistema de seguridad social queremos, su cobertura, servicios y la forma de financiarlo.

La política tributaria debe buscar simplificar y abaratar los costos de cumplir para las personas y empresas, así como buscar la forma de brindar incentivos para invertir, temporales y directos a los productores, evitando los subsidios cruzados y las transferencias improductivas. La capacitación es vital para cubrir necesidades de las nuevas áreas productivas y darle competitividad a nuestra mano de obra, al tiempo que se eleva la productividad y las remuneraciones. Para ello se debe buscar vincular al sistema educativo con las empresas e instituciones. Una acción que no debe posponerse es la simplificación y la eliminación de trámites, que únicamente hacen más costoso operar en el país. Esto viene de la mano con la normalización, que ayudaría a las empresas a reducir costos y elevar su productividad. Finalmente, contar con un sistema de monitoreo garantizaría el logro de los objetivos, al brindar la oportunidad de dar seguimiento al proceso y ajustarlo, cuando se presenten desviaciones.

Es la hora de definir que tipo de economía queremos, aprovechando la apertura comercial y la industrialización, sin olvidad el tema de la justicia social, que beneficie a la mayoría de los mexicanos.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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