Las empresas familiares tienen un papel fundamental en la economía de cada país y, por tanto, a nivel mundial. Las cifras varían de una nación a otra, pero en general se estima que representan entre 65 y 80% de los negocios en el mundo. De México, se habla de hasta 98%.

Una empresa familiar es aquella en la que el control accionario está en manos de pocas familias, que cuentan con una proporción significativa en ella. La influencia de las relaciones entre sus miembros es determinante, pues muchos de ellos son quienes dirigen a la empresa e influyen decisivamente en la sucesión directiva de la organización.

Las empresas son familiares porque están íntimamente relacionadas a una familia o unas familias, propietarias de un número suficiente de acciones, para poder determinar decisiones trascendentes, como la elección del sucesor.

Las estadísticas a nivel mundial nos dicen que aproximadamente 30% de las empresas familiares logran hacer esta primera transición de forma exitosa. Una de las razones que explica que el otro 70% fracase es que la sucesión se da, en muchas ocasiones, de forma súbita con la muerte del fundador, lo que suele derivar en una serie de conflictos y luchas entre sus herederos, mismas que pueden provocar la pérdida de la empresa y la ruptura de la familia.

La experiencia nos dice que la influencia familiar puede tornarse en una gran ventaja o en una desventaja para la empresa. Cuando la familia está unida y coordinada, la dinámica que le imprime a la empresa se torna en un potenciador muy importante de la capacidad de trabajo y organización. Los recursos se cuidan más, las personas están más involucradas y comprometidas con la empresa, los dueños están al pendiente de que los recursos materiales y la operación del negocio sean los óptimos. El contacto con los dueños, la identificación con el negocio, el cuidado de los clientes, imprime una motivación y compromiso en los colaboradores muchas veces difícil de igualar. Cuando la familia funciona bien en la empresa, ésta suele funcionar muy bien. Por el contrario, cuando en la familia hay división y conflicto, la afectación a la empresa es muchas veces determinante para el fracaso.

Es imposible dejar fuera del ámbito de la compañía las diferencias y resentimientos familiares. Consciente o inconscientemente, se estará afectando la labor del hijo, hermano, hermana, tío, primo o cualquiera que sea la relación de parentesco. La falta de coordinación en los proyectos, el abuso en los recursos y la falta de resultados terminarán por minar la iniciativa empresarial, pero también afectarán en el ánimo y motivación de los empleados. El talento que tanto hace falta a la organización, será ahuyentado.

La neutralidad en las relaciones familiares es casi imposible. O se da la armonía, o se da el conflicto y la división. Hace unos días, la viuda del fundador de un importante negocio nos decía -un tanto desesperada- a mí y a un colega: “Quiero que termine ya este suplicio de peleas y reclamos constantes con mis hijos. Quiero vender el negocio”. “Pero señora”, le decíamos, “lo que más le conviene es mantener el negocio en su propiedad. Son más de 50 años de trabajo y esfuerzo”. “Lo sé, pero esta situación es imposible de mantener. No hay forma de darles gusto a mis hijos y de hacer que se pongan de acuerdo”.

Amable empresario o dueño de un negocio familiar, ¿qué futuro quieres para tu familia y tu negocio? Si quieres tener un negocio sano que hereden tus descendientes, preocúpate por trabajar con tu familia.

*El autor es director del Centro de Investigación para Familias de Empresarios (CIFEM) de IPADE Business School.

Google News