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El presupuesto del gobierno español para 2013, ante las altas tasas de interés de deuda soberana, lo sitúa en una quiebra técnica. El gobierno requiere colocar deuda por 245 mil 762 millones de euros (317 mil millones de dólares), lo anterior ante la amenaza de una reducción de su calificación por parte de las agencias especializadas. Además el siguiente año sería el quinto de una prolongada recesión (el FMI pronostica sendos decrementos de 1.5 y 1.3% para 2012 y 2013), lo que ahondaría la desconfianza de los inversionistas locales y extranjeros (según el FMI, con datos interanuales al mes de junio han salido capitales por 296 mil millones de euros). Esta situación hace inminente la solicitud de un rescate de grandes dimensiones y reestructurar la deuda de los bonos soberanos, con quitas al principal, en el mediano plazo.

Los mercados han reaccionado ante una situación de insolvencia de España, y de Italia —donde han salido capitales por 235 mil millones de euros—, lo que ha puesto en jaque la unidad europea y ha elevado el riesgo de una nueva crisis en una economía regional y que amenaza con un contagio financiero global, por lo que México debe preparar una estrategia de blindaje financiero para contrarrestar los efectos adversos derivados de esta inestabilidad europea.

Los países en crisis de la eurozona sufren de una drástica pérdida de competitividad, ya que se enfrentan a un excesivo costo de producción. Por ejemplo, de 1999 a 2011, los costos unitarios de mano de obra —los salarios y las prestaciones necesarias para producir un auto o una computadora— se elevaron un 4.3% anual en España, 3.4% en Italia y 4.1% en Irlanda, en comparación con un aumento marginal del 0.9% anual en Alemania. Existen estimaciones que apuntan a que la brecha de competitividad de entre países periféricos y centrales es de 30% y 40%.

Esta brecha se podría cerrar con planes de austeridad; que reducirían los salarios, aumentarían los impuestos y se reduciría radicalmente el gasto público. Ese proceso podría tomar un largo período, en el que su deuda e intereses se mantendrían en euros y seguirían aumentando, mientras que sus ingresos fiscales disminuirían creando así una situación de insolvencia en estos países.

Desde 2009, fecha de la gran crisis de la deuda privada surgida como consecuencia de una burbuja de activos inmobiliarios, se ha creado el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Y para restaurar la confianza en Europa, los líderes de la UE también acordaron crear un Pacto Fiscal Europeo incluyendo el compromiso de cada país participante en introducir una regla de oro presupuestaria en sus constituciones políticas. Estos también propusieron una mayor integración en la gestión bancaria europea desarrollando un seguro de depósitos, una supervisión bancaria y medidas adicionales de recapitalización. En enero de 2011, la Unión Europea creó el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEEF), un programa de financiación de emergencia basado en fondos levantados en los mercados financieros y garantizados por la Comisión Europea utilizando el Presupuesto de la Unión Europea como colateral. Y recientemente el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que sustituirá al FEEF y MEEF, y ante la solicitud de intervención por parte de los países en problemas puede prestar hasta 500 mmde.

Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) sostiene que “el euro es irreversible” y ha tomado medidas para mantener los flujos de efectivo entre bancos europeos bajando los tipos de interés, anunciando la compra de deuda soberana en el mercado secundario y proveyendo a los bancos más débiles con préstamos relativamente baratos.

La crisis de deuda soberana ha revelado algunas carencias en el funcionamiento de la eurozona. Se puede concluir que no hay un nivel de integración política y económica suficiente para apoyar al euro. Ante esta coyuntura se han planteado algunas soluciones, como: crear la unión fiscal europea y la revisión del Tratado de Lisboa. También se ha planteado la emisión de Eurobonos por las 17 naciones del eurozona como "bonos de estabilidad" mediante la creación de un Fondo Monetario Europeo (FME). En los países periféricos es fundamental atajar los desequilibrios de cuenta corriente. En el mediano plazo se requiere decrear una deuda estilo federal compartida por todos los miembros de la eurozona. Si esto no ocurre, la zona euro probablemente se disolvería.

En suma, esta crisis es consecuencia de que no se puede crear una unión monetaria sin que antes se produzca una unión fiscal y también política. Desde la creación del euro las diferencias entre los países periféricos y el núcleo duro han aumentado. Ante el eventual rescate a España se ganaría tiempo, Alemania se vería obligada a aceptar una mayor inflación en la zona euro y sería inevitable una reducción de deuda soberana de los países periféricos para retomar la senda del crecimiento. Ante un contagio global de la crisis, México debe prepararse para una fuente incertidumbre financiera en su economía.

* Presidente de Consultores Internacionales

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