Ayer cenaste unos tacos, desayunaste una torta de tamal y piensas en una hamburguesa para comer. Todos acompañados por el respectivo refresco y cigarro “para la digestión”. Te lo han dicho varias veces: necesitas ponerte a dieta porque tu sobrepeso se está convirtiendo en obesidad. Pero tú prefieres hacer oídos sordos y seguir comiendo como lo haces y durmiendo mal por quedarte viendo la televisión hasta tarde. Seguro lo que estás pensando es que hay gente que no se cuida y nunca se enferma, y que en cambio hay otros que se cuidan mucho y terminan enfermando y muriendo rápido, así que para qué empiezas a cuidarte hoy. Pero la realidad es que pensar eso es muy poco realista. Porque hay mucha evidencia científica que demuestra que cambiar los hábitos por otros más saludables sí disminuye la probabilidad de sufrir ciertas enfermedades.

Por ejemplo, fumar. Es de los peores hábitos y de los que causa más muertes a escala mundial. Si te decidieras a dejar de fumar a una corta edad —entre los 25 y 34 años— podrás ganar 10 años de vida, casi como si no hubieras fumado. Esto lo divulgó un estudio que mide los riesgos y los beneficios de dejar el tabaco, publicado en el New England Journal of Medicine, el cual encontró también que incluso quien se decidió más tarde —entre los 25 y 44 años— ganó nueve años de vida.

Este análisis encontró que dejar de fumar a los 39 años es especialmente crucial: quienes abandonaron ese hábito redujeron el riesgo de muerte por cualquier causa cerca de 90%.

Esta es sólo una muestra de que cambiar los hábitos puede ser la diferencia entre vivir o morir. Pero, ¿qué sucede si no te decides y sigues fumando? Pues el riesgo de muerte aumenta significativamente. En el mejor de los panoramas, pensar en una muerte rápida puede ser especialmente tranquilizador, pero el problema de estos malos hábitos es que el final suele llegar después de haber sufrido alguna enfermedad causada por estos mismos comportamientos.

Sigamos con el ejemplo del cigarro. Si fumas, tienes de dos a cuatro veces más de posibilidades de tener un accidente cerebrovascular o de enfermarte del corazón, y 25 veces más de desarrollar cáncer, según documenta el Center for Disease Control and Prevention de Estados Unidos.

Ahora bien. Si pensarte enfermo en un futuro es lo suficientemente abstracto para no hacerte reaccionar, agreguemos otro aspecto clave: el bolsillo. Y éste sufre, y mucho, cuando te enfermas. Si tienes seguro, tu prima subirá. Y si no lo tienes y te enfermas de algún padecimiento crónico, ten por seguro que tu cartera sufrirá, también de manera crónica. Y las enfermedades son más frecuentes conforme se va envejeciendo.

Partiendo del supuesto de que no tuvieras seguro médico, las enfermedades pueden costar mucho dinero. Sólo para que te des una idea: de acuerdo con un estudio publicado en la Gaceta Mexicana de Oncología, el costo promedio de un cáncer de mama fue de 60 mil 372 pesos (casi 4 mil 800 dólares de 2009, a un tipo de cambio promedio de 12.57 pesos). Hoy la cifra subiría a más de 86 mil pesos. Pero esto es sólo un promedio, porque la atención total —la suma de costos de cirugías, radioterapias, quimioterapias, hospitalización, consultas médicas— puede elevarse mucho pero mucho más.

¿Por qué hablar de un panorama como este? Porque es posible prevenirlo. Tanto las enfermedades —mejorando los hábitos de vida— como el poner en juego o perder un patrimonio por no tener un seguro médico, son circunstancias que pueden prevenirse, y que al final sale más barato que no hacerlo.

“Es mucho más barato que preveas y te cuides hoy, a que te esperes a un resultado catastrófico en el futuro. Por ejemplo, el cáncer es tratable y manejable si lo detectas de manera oportuna; cuando lo tratas tarde, lo haces con pocas posibilidades de éxito y a un precio muy alto”, asegura Moisés Peñaloza, socio consultor de PwC en temas de retiro.

Hablemos de las afecciones crónico-degenerativas —como la diabetes, sobrepeso y obesidad—, las más comunes en México y las que cuestan más al sistema de salud. Todas son prevenibles. En el caso de la diabetes, por mencionar un ejemplo, está correlacionada al aumento de la obesidad, sobrepeso y otras condiciones como la hipertensión. Si bien estas enfermedades pueden estar acompañadas de predisposición genética, en nuestras manos hay mucho qué hacer. “Todo es culpa de los malos hábitos. Si nosotros comemos bien y hacemos ejercicio, aunque tengamos tendencia genética a enfermedades como diabetes, hipertensión y las enfermedades cardiacas, no nos tiene por qué dar”, explica la nutrióloga Raquel Pérez de León, y asegura que en nuestras manos está cambiar los factores de riesgo que son modificables. Los hábitos alimenticios, hacer ejercicio o dejar de fumar, por ejemplo.

Lo que tenemos que hacer es promover en la gente cambiar los factores de riesgo que sí se pueden cambiar, y mucho es el ejercicio y la alimentación”, asegura la nutrióloga.

Dentro de los buenos hábitos se encuentra la buena alimentación, la realización de ejercicio físico, los chequeos periódicos de salud, dormir lo suficiente, dejar de fumar. Se escuchan a lugar común y suelen ser las recomendaciones que se hacen una y otra vez, pero es que funcionan.

Todo se puede prevenir

Otro ejemplo de cómo los hábitos pueden hacer la diferencia, en este caso relacionado con comer carne. ¿Te encantan las hamburguesas, eh? Pues planea comerlas sólo en días especiales. El consumo de carne roja ha sido asociado constantemente con el riesgo de padecer diabetes tipo 2, y un estudio denominado Changes in red meat consumption and subsequent risk of type 2 Diabetes Mellitus encontró que disminuir a la mitad la ingesta de carne de forma diaria puede disminuir 14% la probabilidad de padecerla.

Y es que si la posibilidad de desarrollar una enfermedad como la diabetes —la cual es la causa número uno de muerte en México— no te asusta y te impulsa a mejorar tus hábitos y a contratar un seguro de gastos médicos, quizá saber lo que cuesta tenerla sí lo pueda hacer.

Según el estudio Costos directos de atención médica en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 en México: análisis de microcosteo, el costo promedio anual por paciente fue de 3 mil 193 dólares. Al tipo de cambio hoy, son casi 60 mil pesos al año, sin tomar en cuenta la inflación.

De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año pueden salvarse 1.7 millones de vidas si se aumentara lo suficiente el consumo de frutas y verduras, por      que su consumo en cantidades adecuadas puede contribuir a la prevención de enfermedades importantes, como las cardiovasculares y algunos cánceres, señala la institución. La ingesta recomendada diaria es de un mínimo de 400 gramos.

La necesidad de transformarse

El cambio de hábitos es imperativo para disminuir la probabilidad de enfermarse y un seguro médico es esencial para enfrentarse a un padecimiento sin perder el patrimonio. Pero no es suficiente. Es necesario prepararse también con un fondo de emergencia que te permita afrontar las necesidades en efectivo que se presentan en el caso de que un padecimiento grave o crónico. “Aun teniendo un seguro ilimitado de gastos médicos, se necesita tener efectivo para enfrentar esos gastos y que luego te lo reembolsen. No sólo tener una póliza de gastos médicos te asegura que vas a estar completamente cubierto”, explica Moisés.

Es importante tener en cuenta siempre que atender un padecimiento a tiempo eleva las posibilidades de salir bien librado de éste —además de que es más barato—, por lo que realizarte chequeos periódicos es un hábito necesario.

Por desgracia, en México no tenemos ese hábito. “Si hoy es caro, en 20 años lo va a ser mucho más. Por ejemplo, si hoy es caro cambiarle el aceite a tu coche, 10 o 20 años más tarde va a ser mucho más caro cambiarle el motor”, asegura el socio consultor de PwC en temas de retiro. ¿Ahora sí te convenciste?

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