A 20 años de su puesta en marcha, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha sido objeto de una serie de opiniones encontradas. No cabe duda, sin embargo, que la apertura comercial fue una reforma de gran trascendencia para el país, donde el TLCAN ocupa un papel preponderante por el volumen de comercio que se desarrolla en la región.

De los 12 tratados que México ha signado con 45 naciones, sólo uno es considerado como estratégico por la Secretaría de Economía y es precisamente el de América del Norte (que el país tiene con EU y Canadá), por su dinamismo comercial y el nivel de inversiones. Visto así, parecería que el TLCAN cumplió con el cometido de integración comercial con sus vecinos de América del Norte, mas no así productiva.

El crecimiento de las exportaciones mexicanas ha sido vertiginoso, pasando de los casi 52 mil millones de dólares (mdd) en 1993, a un nivel cercano a 400 mil mdd en 2013. El crecimiento real sostenido de las ventas al exterior ha significado que éstas, de representar poco más de 10% del PIB en 1993, llegarían a alrededor de 35% del PIB en 2013.

Sin embargo, a pesar de este éxito exportador, no se puede decir lo mismo de la articulación en las cadenas productivas, muchas de las cuales se debilitaron o no pudieron sobrevivir a la competencia, ante la ausencia de una política industrial o poco efectiva en la práctica, en estos últimos veinte años. Así, mientras que en 1993, alrededor de 73% de las exportaciones fue compuesto de importaciones, para el 2013 el 75% de lo vendido internacionalmente fue comprado del exterior, porque el sector más importante abocado a ello es el maquilador.

Los resultados han sido decepcionantes respecto al fortalecimiento del mercado interno, porque los salarios reales y la productividad se han estancado. De hecho sólo aquellos sectores que, sobretodo, se han podido vincular sólidamente con el exterior como el automotriz (actualmente ocupando el octavo lugar mundial en la producción de autos), y aeroespacial, o algunos emergentes como el de nanotecnología, han visto mejoras en estos rubros.

Lo mismo puede decirse con la generación de empleos, donde estamos lejos de la meta mínima de creación de un millón de puestos anuales. Desde luego, no todo el efecto salarial antes expresado y la falta de generación de empleos, se puede adjudicar al TLCAN, cuando la ausencia de reformas estructurales de segunda generación son también causantes de un muy deficiente desempeño y crecimiento económicos, por abajo de 2.5% real anual en el lapso referido.

Sin embargo, otra historia habría sido contada de haberse dado un encadenamiento productivo estratégico con Inversión Extranjera Directa fortaleciéndolo, a pesar del importante crecimiento en términos absolutos (de menos de 5 mil millones a más de 25 millones de dólares en promedio al año); sin una desregulación arancelaria indiscriminada y, en su momento, sin el uso del tipo de cambio como ancla antiinflacionaria.

Actualmente, las autoridades ya hablan de una visión integral, con vocaciones productivas regionales identificadas, preferenciando proyectos y políticas de fomento para aprovechar las ventajas competitivas locales. Esto adquiere una relevancia mayor para que la implementación de las reformas estructurales recién aprobadas, como la energética, puedan dar sus frutos.

México es otro, al que era hace 20 años, y muchos sucesos no se hubieran dado sin el apoyo de haber firmado un tratado como el de la envergadura del TLCAN, como fueron los recursos obtenidos en el Paquete Financiero que otorgaron a México en 1995, durante la crisis económica.

Sin duda, con las reformas estructurales en mano, se puede hablar de una relación que debe ser renovada con nuestros principales socios de América del Norte en el futuro próximo. Tal vez sea el tiempo, como dice Jorge Castañeda, de incluir temas como: el migratorio, de energía; infraestructura; educación; y seguridad, que se quedaron fuera de la mesa de negociación.

* Coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios en la Universidad Anáhuac, México Norte. Correo: idea@anahuac.mx

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