Ante el último reporte de la OMS que ubica a México como el país con el mayor número de personas con obesidad del mundo no debería sorprender que en el conjunto de nuestros ejecutivos haya un buen porcentaje en dichas condiciones. Y difícilmente sería diferente, basta mirar una jornada típica:

• 4:30 AM, levantarse. Presentar ante un cliente potencial en desayuno.

• Ajustar el presupuesto próximo con el director de finanzas de la compañía.

• Ver las metas de ventas con los directores regionales.

• Junta con abogados para resolver la demanda de un ex socio.

• Comida con el presidente del consejo para discutir los datos trimestrales.

• Ver con el director de marketing la cobertura de un evento que la compañía patrocina.

• Junta con los publicistas para aprovechar al máximo las redes sociales.

• Hacer entrevistas finales a 3 candidatos a la dirección de recursos humanos.

• Llamada al CEO de una firma de tecnología sobre el desarrollo de una app.

• Ir con el director de operaciones y dos clientes que se han quejado de la calidad de los embarques.

• Volar con el director regional para atender a un concesionario para renegociar volúmenes.

• Cena con el concesionario, aproximadamente termina pasadas las dos de la mañana.

En el reporte de 2012 de Inc. sobre el uso del tiempo de 500 importantes CEOs, así como en un estudio de 2011 de Harvard Business School, pareciera que la mayor parte se va en reuniones sin afectar trabajo individual y actividades personales. Estos datos muestran el interés que muchos directores tienen sobre la necesidad de una armonía en su vida. Pero una mejor observación revela que muchos ejecutivos laboran 18 horas los siete días de la semana y apenas se alimentan; esto supone que el ejercicio o la convivencia familiar son sólo un buen deseo.

Muchas empresas se preguntan si con el esfuerzo individual basta, y así vemos cursos contra el tabaquismo o para manejar el estrés, líneas de urgencia para casos de depresión, gestión del “burn out”, etc. Estas propuestas de las “empresas saludables” promueven el ejercicio, una sana alimentación y el aprovechamiento de la energía de los colaboradores.

Un estudio hecho en 2012 por The National Institute for Occupational Safety and Health descubre tres grandes enfoques:

Recursos Humanos (RRHH): Mejorar la productividad con planes deportivos, nutricionales y de balance de vida.

Prevención de Riesgos Laborales (PRL): Protección ante enfermedades producidas por el sedentarismo laboral.

Responsabilidad Social Corporativa (RSC): Sumar esfuerzos para combatir males de salud pública (alcoholismo, diabetes, etc.).

En México se emprenden actividades con estos enfoques, lo cual ha mejorado la percepción de que muchas firmas procuran atender la calidad de vida de su gente. No obstante, dos elementos siguen siendo críticos para fortalecer la salud ocupacional:

El diseño del trabajo condiciona la naturaleza de las actividades a realizar y esto puede hacer que buena parte de los programas descritos sólo sean paliativos para atenuar los impactos negativos de la carga laboral.

Los hábitos y actitudes personales de los directivos a veces parecen decir “a mí nada me va a pasar y puedo con todo”. Así, el gimnasio y los complementos alimenticios estarían más relacionados con factores estéticos que de salud y por tanto con efectos temporales.

Por ello, en tiempos en donde las crisis, la incertidumbre, la aceleración y el cambio aparecen como inevitables, y con un envejecimiento global de los cuadros directivos, la competitividad del negocio requiere de acciones de RRHH que mantengan el buen estado de salud física, mental y emocional de sus ejecutivos y de formas de trabajar más eficientes. Y desde luego, estos esfuerzos tendrán éxito si los directivos del Siglo XXI asumen que serán valiosos si cuidan un activo casi tan importante como su talento, que es su estado integral de salud.

* Gerente Senior del área de Desarrollo de Talento, KPMG en México

Google News

TEMAS RELACIONADOS