Líderes de organismos internacionales, directores de bancos centrales, inversionistas, políticos y académicos trabajan todos los días lo más coordinados posible como una especie de equipo de futbol para enfrentar los problemas de una economía con cada vez mayores exigencias.

En el marco del Mundial, conformamos lo que podría ser una escuadra global competitiva, cuyos integrantes responden a determinadas cualidades que los ubican en posiciones dentro de la exigente cancha económica financiera global.

Por ejemplo, Janet Yellen, al frente de la Reserva Federal de Estados Unidos, debe tener los reflejos de un buen portero para atajar las adversidades que pueda enfrentar la recuperación de la economía más grande del mundo.

En los extremos defensivos se encuentran Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, y la canciller alemana Angela Merkel, la mujer más poderosa del mundo.

No puede faltar en el fichaje de este equipo ideal un jugador brasileño, como Roberto Carvalho, director de la Organización Mundial de Comercio.

Un sorpresivo recorte para defender la economía mexicana pone en la defensa central a un jugador de peso como al gobernador del Banco de México. Agustín Carstens. Otro mexicano en la cancha global es el director de la OCDE, José Ángel Gurría, que desde el medio terreno envía señales al resto de la escuadra.

La distribución del juego es encabezada por Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, un 10 natural que fungiría además como capitana, acompañada de Jim Yong Kim, director del Banco Mundial.

Al ataque tenemos a dos agresivos y contundentes artilleros. Por una parte, Paul Krugman, premio Nobel de Economía 2008, capaz de desequilibrar las defensivas más ortodoxas, y por el otro lado el veterano inversionista Warren Buffett, que ante cualquier adversidad aprovecha la oportunidad para tomar ganancias.

En la dirección técnica de esta escuadra estaría un viejo jugador ya retirado, como Allan Greenspan, ex presidente de la Fed, estratega que siempre jugó dentro de las reglas del libre mercado.

Finalmente, podemos pensar en Carlos Slim y Bill Gates como los dueños, no del equipo, pero sí del balón.

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