La moderación de la actividad económica nacional e internacional; precios de las materias primas a la baja y salarios contenidos; una inflación subyacente anual por debajo del 3%; y una apreciación del peso, parecen razones contundentes para que el Banco de México decidiera bajar en 50 puntos base la tasa de referencia, para llevarla al 4%, situación que no ocurría desde julio del 2009.

La debilidad económica internacional, causada por las medidas de ajuste fiscal en Estados Unidos y en la zona euro; así como el saneamiento del sistema financiero en esta región y la circunstancia de los impactos en dichas economías por una probable mayor inestabilidad política y social, hacen esperar que el crecimiento será menor este año que en 2012, y con importantes riesgos a la baja.

Este complejo entorno económico externo que ya había hecho sus estragos en un menor ritmo de nuestras exportaciones, comenzó a hacerlo en los indicadores domésticos. Varios datos económicos del país, entre los que se pueden señalar: la mayor tasa de desempleo a principios de año; la baja del indicador IMEF no manufacturero en febrero; la caída de la inversión fija bruta en diciembre, la mayor en tres años, fueron una señal de alerta de la moderación económica nacional, que acabaron por alentar el cambio de la postura monetaria ya advertida por las autoridades en meses pasados.

El recorte de la tasa de referencia del banco central, estuvo también asociado a los avances de tipo estructural en el combate inflacionario, y si bien el Índice Nacional de Precios del Consumidor repuntó en febrero, después de importantes disminuciones en meses previos, el componente subyacente se mantuvo por debajo del objetivo del 3%, lo que obedeció a la disminución en las principales cotizaciones internacionales de materias primas y a la tendencia de apreciación del peso.

En este sentido, no menos importante para explicar este ajuste, está el hecho de desestimular los grandes flujos de Inversión Extranjera de Cartera, al mercado financiero nacional.

El escenario de mayores bajas de tasas por parte de países desarrollados, en un entorno de moderación económica no puede ser descartado, y reforzaría la tendencia de entrada de flujos de capital al país.

La medida preventiva del Banco de México, disminuye la probabilidad, de una “cirugía mayor” en materia monetaria, al hacer menos atractivo al país a estos capitales golondrinos (actualmente el 60% de los valores gubernamentales está en manos de extranjeros), que entrarían momentáneamente para aprovechar rendimientos y relativa estabilidad cambiaria.

De acuerdo a la comunicación del Banco de México, esto no representa un ciclo de bajas continuas. Esto es totalmente comprensible hasta no tener mayor claridad sobre el rumbo que tomen las propuestas de reformas fiscal y energética: al aplicarse impuestos en productos hoy exentos o con tasa cero, o bien al darse la apertura de los precios de los energéticos; así la contención de una posible burbuja inflacionaria tendría al Banco de México en alerta.

De no observarse cambios notables en la coyuntura, lo que sí es predecible es que no se darán más reducciones de réditos este año en la búsqueda a la convergencia del objetivo inflacionario. Si bien habrá meses –los inflacionarios estacionales– en que se observarán rendimientos reales cercanos a cero o incluso negativos (por niveles inflacionarios alrededor o ligeramente superiores a 4%) y que evidentemente generarán presiones y nerviosismo en el mercado.

No obstante, una tasa de interés de referencia más baja, significará, tarde o temprano, abaratar el crédito y facilitar o hacer más ágiles las decisiones de inversión productiva y del mismo consumo. Y esto es consistente con crear un entorno propicio para impulsar los programas anunciados en el Pacto por México y que redunden en el crecimiento económico nacional.

* La autora es coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios y Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac

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