La realización de un acontecimiento tan valioso y trascendente para el desarrollo del país como lo es la celebración de la Semana del Emprendedor, auspiciada por el Instituto Nacional del Emprendedor, nos da pauta a revisar cómo le ha ido a las pequeñas y medianas empresas en los últimos tiempos.

Es indiscutible la relevancia económica que tienen las pymes, que se han convertido en la piedra angular del desarrollo en nuestro país. Actualmente representan el 99.8% del tejido empresarial, y generan el 52% del PIB y el 72% del empleo en México, lo que significa más de 19.6 millones de puestos laborales. Afirmar que sin pequeñas y medianas empresas no hay desarrollo no es un eslogan, es un hecho fundamental. Sin embargo, este año la situación se ha manifestado adversa a este sector.

El año de 2014 arrancó, por un lado, con expectativas renovadas de crecimiento luego de la debacle que significó el año anterior, lo que mostraba señales importantes para que las pequeñas y medianas empresas repuntaran su actividad, con un nuevo impulso al mercado interno. Sin embargo, también entró en efecto la reforma fiscal, que para fines prácticos ha significado una carga importante tanto para empresas como para consumidores, por los nuevos impuestos y las mayores restricciones.

La miscelánea fiscal ha tenido un impacto directo en el capital de trabajo y ha detenido las inversiones que se tenían programadas por parte de las empresas grandes, lo que ha impactado a las proveedoras que por lo regular son micros y pequeñas. Amén de una baja en el consumo de productos de alta demanda como lo son los refrescos y las golosinas, que si bien la intención del nuevo gravamen es inhibir este consumo que en exceso es dañino para la salud, también ha perjudicado a los pequeños comercios, que principalmente se sostienen vía estas ventas.

El subejercicio en el gasto gubernamental y el proceso en la liberación de recursos por parte de fondos públicos y para las compras que hace el gobierno también han provocado que durante los primeros trimestres no fluyan recursos a las muchas pymes que dependen de vender al gobierno, lo que les provoca crisis de liquidez y que en este caso acrecentó la debilidad de varias de ellas y las llevaron al cierre o a despidos.

En este contexto, la constitución del Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem) y la continuidad y nuevos bríos que le ha dado a la Semana del Emprendedor, buscando apoyar a las empresas con mayores fondos, es un paso en la dirección correcta para asegurar que las pymes sigan apuntalando el desarrollo nacional.

Es necesario también romper ciertos tabúes y dogmas económicos (como el no incentivar el consumo por miedo a la inflación) a fin de salir del ciclo económico negativo en el que nos encontramos. Se han aprobado importantes reformas estructurales, pero éstas no darán resultados sino hasta dentro de mínimo dos años, por lo que es imperativo emprender políticas contracíclicas antes de que sea demasiado tarde.

De igual forma, no debemos solamente estar esperanzados a los resultados de las reformas estructurales, ya que estos tardarán. Es necesario que ya se trabaje con medidas de política económica que fomenten al mercado interno como la política industrial que fortalezca cadenas productivas e incentive la innovación productiva y la inversión tanto nacional como extranjera.

* Presidente de Consultores Internacionales

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