En el fondo la Cruzada Nacional contra el Hambre busca atender el problema mediante un programa de gasto social focalizado, cuyos efectos serán limitados porque utiliza recursos y programas existentes que no pueden revertir lo que la economía está propiciando, un aumento de la pobreza, particularmente de la más lacerante la vinculada con el hambre.

Existe una contradicción básica en lo anterior, se conoce que hay una tendencia preocupante en los niveles de la pobreza, y del hambre, su aumento ha invadido no solamente al entorno rural, también ha llegado a las ciudades.

En ese sentido, plantear programas que focalizan la atención cuando lo que existe es un incremento importante del rezago es algo que debe atenderse, particularmente cuando los programas de desarrollo social que se aplicarán son los mismos, es decir aquellos que no detuvieron el avance del desequilibrio.

Aunado a lo descrito debe realizarse una consideración adicional, y es la que atañe al planteamiento en sí de la propuesta: con gasto social busca solucionarse lo que el empleo y los salarios no pueden hacer.

En otras palabras: ante la precarización de los ingresos laborales de la población se busca implementar una política pública que mitigue la carencia de alimento que enfrentan millones de mexicanos. ¿Puede el gasto de gobierno tener éxito en donde la economía falla? Evidentemente que la interrogante encierra cuestionar si se pueden revertir las fallas del modelo económico

El objetivo no es algo menor, dar atención a la población que no puede alimentarse y que en muchas ocasiones tiene una ocupación laboral que le proporciona un ingreso, pero uno que es insuficiente.

Además hay otro aspecto a considerar ¿qué pasa con aquellos municipios en donde no hay empleo y empresas? Sin oportunidades laborales o de negocio las personas no tienen la manera de generarse un sustento propio. En este aspecto no puede soslayarse que la marginación de algunos municipios se debe a que no hay estructuras productivas, ni siquiera las más básicas.

En dichas comunidades la cruzada puede tener resultados temporales, una transferencia de dinero o la entrega de alimentos atendería el problema de manera coyuntural, sin embargo lo único que profundizaría es la dependencia hacia el gasto de gobierno. En una segunda etapa ello implicaría que las autoridades deban buscar ingresos adicionales para financiar una estrategia que tiene un sentido social positivo pero que reclama recursos que emanan de la sociedad: quitar dinero a unos para dárselo a otros. Dicha lógica implica que se busca generar una mayor igualdad mediante el gasto social del gobierno, una cuestión que no se ha logrado en los últimos años.

Por ello un aspecto que la cruzada debe comenzar a contemplar es el de la inclusión de sectores que han quedado fuera: los que realmente son productivos y que están en capacidad de generar riqueza y empleo.

Generar polígonos de desarrollo es fundamental, aquellos que concatenen a municipios con recursos humanos, naturales, infraestructura y empresas con los afectados por la pobreza. La transferencia no deber ser vía impuestos, en realidad es mediante la aplicación de programas de desarrollo regional que potencien las capacidades de los municipios y diluyan sus debilidades.

La “Cruzada Nacional contra el Hambre” debe avanzar hacia la construcción de un pacto social más amplio que atienda las necesidades de la sociedad civil de una manera integral, resolviendo el problema desde su origen, generar empleo y creando empresas.

* Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México

Google News