A lo largo de los últimos años, la economía mexicana ha mostrado fuertes altibajos, por un lado crisis recurrentes con consecuencias desastrosas para las empresas y familias, y por otro, repuntes o mejorías en muchos casos efímeras que no permiten una recuperación estable y con certidumbre sobre el futuro.

Los análisis que se han hecho sobre este comportamiento, destacan de manera sustancial la baja productividad de los factores de producción, el crecimiento de la informalidad y la inseguridad; la poca diversificación del aparato exportador; y, la debilidad del mercado interno, entre otros factores estructurales que no ha sido posible revertir.

Lo anterior nos ha llevado a que no tengamos el potencial para crecer al ritmo necesario, para abatir o, al menos reducir, los problemas sociales que cada día se agudizan más como el desempleo, la informalidad pauperizante y los altos niveles de pobreza.

Hace unos días, la OCDE dio a conocer sus expectativas sobre el crecimiento global y sobre el estado como se encuentran las diferentes economías en términos de su ingreso per cápita. Destaca que nuestro país se encuentra en último lugar dentro de los países miembro de la organización, con un ingreso de poco más de 13 mil dólares per cápita, mientras que en Estados Unidos se tiene uno de 46 mil 195 dólares por persona y el promedio de todos los países miembros del organismo es de 32 mil 022 dólares.

Lo que esto implica, según cálculos del organismo, es que de continuar nuestra economía con tasas de crecimiento de alrededor de 2.5% anual, como ha sido casi el promedio en las últimas cuatro décadas, tomaría un siglo alcanzar el promedio actual de la OCDE y eso sin considerar que el resto de las economías incrementen su crecimiento. México necesita crecer más, alcanzar una tasa de crecimiento de 5%, aunque este no es el problema. Lo fundamental es mantener ese ritmo de manera constante y para eso hay que ir más allá de las reformas.

A fin de elevar la tasa de crecimiento, no son suficientes las reformas, sino realizar toda una serie de ajustes estructurales en nuestra economía, de tal manera que se eleve la tasa de crecimiento potencial, lo que podría hacer que se mantuviera elevada por un largo periodo la tasa observada anual de crecimiento. Estos ajustes implican una revisión a fondo de la reglamentación de la economía, para simplificar trámites y fomentar la formalización de la actividad económica, así como una verdadera reforma hacendaria que incentive la inversión.

Asimismo, urge encontrar la forma de detener la corrupción y hacerla menos atractiva, es decir, atacar la impunidad mediante severos castigos a quienes incurran en esta práctica, que irían desde la cárcel, por un periodo que desaliente esta práctica, aunado a la pérdida del patrimonio de la persona corrupta y el de su familia.

Es necesario continuar con las políticas de desarrollo social que conduzcan a la eliminación gradual de la pobreza, no mediante transferencias, como hasta ahora, sino mediante la capacitación y la generación de empleo bien remunerado, con acceso a la seguridad social y la posibilidad de tener una pensión en el futuro. Esto permitiría una mayor inclusión de los ciudadanos en la sociedad y en el sistema de producción. Asimismo, es vital fomentar la acumulación de capital social, para lo cual se requiere que los ciudadanos confíen en sus instituciones.

Así como salir de la pobreza mejora la autoestima y la auto percepción de las personas que lo logran y de sus familias, un mayor capital social y el castigo a la corrupción implicaría que las personas confiarían más en sus instituciones, dentro de ellas la autoridad hacendaria, lo que podría llevar a que la gente estuviera más dispuesta a pagar impuestos, porque tendría confianza en que se puede elevarse la calidad de los servicios públicos. Uno de los elementos imprescindibles de la movilidad social es la calidad de la educación y la mayor permanencia de los niños y jóvenes en el sistema educativo, de manera que salgan mejor capacitados y sean capaces de elevar su productividad para exigir un nivel de percepciones mayor al actual

Para crecer más rápido y promover un mayor nivel de bienestar no será suficiente con aprobar las reformas pendientes; es necesario instrumentar correctamente la puesta en marcha y aplicación de las mismas, con sus leyes secundarias acordes con el objetivo de eliminar trabas al crecimiento, para luego pasar a un proceso de revisión de todos aquellos pequeños detalles que frenan la inversión y promueven el desaliento social. Son muchos los aspectos que la población espera que mejoren, de tal forma que se vayan saldando los adeudos del sistema con la población y se eliminen los rezagos. Estamos en tiempos de cambios; hay que aprovechar el momento.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C

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