Las relaciones diplomáticas entre México y China fueron establecidas formalmente el 14 de febrero de 1972. Desde entonces han transcurrido 41 años en los que Luis Echeverría y Mao Ze Dong sentaron las bases de una relación que hoy en día, tiene mucho que dar.

Al paso del tiempo, un país y otro han enfrentado y superado distintas coyunturas. México vivió la crisis de la deuda externa, para pasar después por el proceso de apertura económica y la implementación de la estrategia de libre comercio que llega hasta nuestros días. En lo que respecta a China, el país ha transitado por la reforma económica desarrollada a finales del decenio de 1970 y desplegado su posterior estrategia de apertura, dándole una peculiar caracterización de “socialismo de mercado,” el cual prevalece hasta la actualidad.

En lo que concierne a las relaciones económicas, éstas han experimentado cambios sustanciales en los últimos 20 años. Durante la década de 1990, el intercambio bilateral pasó de ser muy estrecho a muy creciente y en favor del país oriental. Con el vigor de la estrategia comercial, la capacidad de China para colocar sus exportaciones en el mercado mexicano empezó a ser demasiado notorio. Por su parte, la respuesta de nuestro país estuvo caracterizada por una mayor vigilancia en las importaciones y en su caso, la aplicación de cuotas compensatorias superiores a 1000%.

Ahora bien, para mejorar las expectativas, se impulsó un nuevo diálogo bilateral. En 1993 se estableció el Mecanismo de Consulta Política entre las cancillerías de ambos países, así como otros instrumentos y comisiones con distintas finalidades. De igual forma se amplió el contacto y coincidencia en foros multilaterales como el G-20, la OMC y APEC. Esto generó nuevos canales de acercamiento para tratar cuestiones de orden estratégico y estimular el apoyo mutuo. En 2008 se estableció un Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones.

Con estas tendencias, la relación bilateral adquirió mucha mayor relevancia. Con un comercio exterior de gran cuantificación, la embajada de la República Popular China en México destaca que nuestro país se convirtió —en los últimos años— en su segundo socio comercial en Latinoamérica y en el principal destino de sus exportaciones en la región.

Siguiendo los datos de 2012 del Inegi, China tiene un flujo total de exportaciones a México cuantificado a agosto de 2012 en el orden de los 5,056,157 miles de millones de dólares. En contraparte, se exportan 58,893 miles de millones de dólares de productos mexicanos, en una proporción de 10 a 1.

Revisando la magnitud de esta relación, la Unidad de Inteligencia de Negocios de Promexico reporta que entre 2001 y 2009 el comercio bilateral se incrementó en más de 700%, dejando para México una situación deficitaria.

En lo que a inversiones se refiere, los datos de dicha representación diplomática señalan que unas 57 compañías de ese país mantienen en México inversiones por unos 400 millones de dólares. De manera particular, México invierte en China a través de las industrias de alimentos y autopartes.

Para hacer esta relación progresivamente más provechosa, se requiere de un mayor entendimiento bilateral, que además de superar las barreras idiomática y cultural, debe incluirse un enfoque de cooperación y asociación estratégica, y dado que México y China forman de manera conjunta un mercado de mil 500 millones de personas, es pertinente:

Una mayor promoción de México en el oriente; intensificar las oportunidades de negocios y ver a China como un aliado y socio vital para los intereses mexicanos.

De ahí vendrá la siguiente etapa en la relación bilateral.

* Académico de la Universidad del Valle de México, Campus Querétaro

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