En el discurso de toma de posesión del Lic. Enrique Peña Nieto, se habló de una democracia que dé resultados. El ascenso se da frente a una ola de escepticismo en varios sectores de opinión, sin embargo en 48 horas de gobierno, el compromiso de 13 acciones concretas y la firma de un Pacto por México, dan un halo de esperanza y ciertamente una luz de mayor oficio político.

El país que hereda el mando entrante tiene estabilidad macroeconómica que es, en balance, un buen logro en una coyuntura internacional tan complicada. Sin duda el manejo económico prudente de los últimos dos sexenios, es algo que se reconoce. Sin embargo, se dejan muchas cuentas pendientes en el tema económico y sobre todo, no se lograron concretar reformas estructurales de envergadura que lograran dar otra dimensión y alcance al país, comenzando por acelerar su crecimiento.

En efecto, el crecimiento económico promedio anual estimado del sexenio anterior resultará muy pobre, de 1.9%, y menor al histórico en las últimas dos décadas de 2.5%, de por sí ya bajo. Es cierto que se experimentaron los años de la peor crisis económica mundial en siete décadas, pero también hubiera sido diferente la evolución del país si se le hubiera dotado de reformas de segunda generación, que los representantes del mismo gobierno anterior también vetaron, cuando tuvieron ocasión de apoyarlas, por las responsabilidades y cargos que asumieron.

Asimismo, la dependencia comercial y de inversión hacia Estados Unidos (88% de nuestras exportaciones y 53.8% en Inversión Extranjera Directa) mostró nuestra vulnerabilidad económica en los momentos más agudos de la crisis. Actualmente, economías que tenían un PIB per cápita similar al mexicano hace 30 años, han podido salir mejor libradas y crecer a tasas más dinámicas, como es el caso de varios países del sudeste asiático.

Con un proceso desindustrializador acelerado en muchos sectores, y que se hizo más evidente durante la primera década del milenio, la economía mexicana ha perdido empleos formales permanentes. La creación de 400 mil de estos puestos, en promedio al año, en los últimos seis años, nos deja muy lejos del objetivo (alrededor de 1 millón 300 mil puestos anuales) y amplía aún más el déficit acumulado en este rubro.

Lastimeramente en México el porcentaje de personas entre 15 y 24 años que ni estudian ni trabajan es cercano a 22%, arriba incluso de países como Brasil y Colombia, cuya tendencia es hacia la baja. Así el escaso crecimiento ha generado un rezago en la creación de empleos formales con salarios contenidos.

No es de sorprender entonces, que el número de mexicanos pobres haya crecido. Ya que si bien, de acuerdo a datos del CONEVAL —hasta 2010— el porcentaje de pobreza en el país era de 51.3%, inferior a la cifra cuando asumió la presidencia el Lic. Vicente Fox (53.6%), este porcentaje representa casi 58 millones de mexicanos en esta condición, frente a 52.4 millones que existían una década antes.

El avance del sector productivo mexicano y de las manufacturas ligeras, serán cruciales en el devenir del país en los próximos años. En este momento se abre un espacio importante para éstas últimas, con costos unitarios menores a los de China y mano de obra calificada en ciertos sectores como el automotriz. De acuerdo al semanario The Economist, se podría perfilar un liderato de México como abastecedor a Estados Unidos en los próximos seis años desplazando incluso a China y Canadá.

El bajo nivel de crecimiento y de desarrollo industrial se ha traducido en una pérdida de competitividad en muchas ramas productivas, que económicamente es inaceptable. El padrón industrial de México tiene que ser cambiado en más sectores renovados y estratégicos, como los de extracción de petróleo y gas, por mencionar algunos.

El énfasis de la política económica para el desarrollo debe ponerse ahora más de lado de la oferta, con el apoyo de medidas sectoriales de largo plazo y de visión estratégica y de largo alcance que induzcan un crecimiento más del conocimiento, de la innovación y de un mayor acervo de capital físico y humano.

Un nuevo enfoque de la política industrial, parte de la colaboración y coordinación entre empresas, academia y el sector público, que permita detectar cuellos de botella y romperlos equitativamente para todos los participantes del mercado. El avance del país debe tener una visión de respuesta a la transición y a las demandas de un mundo globalizado, inmune a los vaivenes coyunturales.

Bienvenidos los 95 objetivos concretos. De la unión de la pluralidad nace la fuerza; se reconcilia; se acuerda; se avanza. Es el México que muchos deseamos, transformado y transformador de vidas y destinos más dignos.

La autora es coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios y Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte.

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