Emprendedor, recto, sencillo y amiguero, Víctor Manuel Amieva Pérez fue un hombre comprometido al 100% con los industriales queretanos y con la ciudadanía en general.

Desde la trinchera empresarial, así como desde el sector público, siempre veló por el desarrollo productivo y el impulso al sector privado del estado, de la mano con el bienestar de los trabajadores. Esa era la mancuerna del éxito para él.

Era un hombre visionario, que buscaba la forma de promover a la entidad con inversionistas nacionales y extranjeros, resaltó sobre su padre, Lucero Amieva.

Para el ingeniero Amieva Pérez, Querétaro era una “ciudad de oportunidades”, donde no había imposibles, pues cualquier persona podía cumplir sus objetivos con trabajo y esfuerzo.

“Siempre fue súper emprendedor, súper amiguero y siempre logró lo que él quiso. La gente lo recuerda muy bien”, afirmó por su parte, Cecilia Amieva, otra de las hijas de Don Víctor Manuel.

Sus hijas, a quienes también se suman Verónica y Julieta, lo recuerdan amoroso, apapachador, pero también exigente; eso ha sido su mayor legado. Además de haber sentado cimientos familiares muy fuertes, junto con su esposa María Concepción Lira.

“Fue un papá muy cariñoso, muy trabajador, siempre nos enseñó a ser muy trabajadoras, (mis papás) nos inculcaron cosas muy buenas”, aseguró Lucero.

Amieva Pérez disfrutaba de la lectura, sobre todo de temas de historia, así como de los documentales y series de investigación, del golf y del buen comer.

Estudió Ingeniería Mecánica Eléctrica en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y realizó una especialización en diseño mecánico en Alemania.

Su corazón, a decir de sus allegados, era “industrial”, pues siempre estuvo interesado en impulsar y fortalecer este sector, aun cuando tenía otros negocios familiares. Él estuvo enfocado toda la vida, a las cuestiones mecánicas, todo lo que se refería a producción y procesos de manufactura.

Amieva Pérez laboró en distintas compañías como gerente de Producción y Director de Manufactura.

Como empresario, fundó y dirigió las firmas Automator, S.A. de C.V., e Imprecolor Industrial S.A. de C.V. Ésta última, se ha mantenido en manos de la familia hasta el día de hoy. También tuvo experiencia en el sector público como Secretario de Desarrollo Económico del estado, entre los años 1985 a 1989; y ejerció como docente en la Universidad Autónoma de Querétaro.

Participó activamente en la vida empresarial de la entidad, como presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) de Querétaro; como consejero de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en el estado, y como presidente del Club de Industriales de Querétaro.

Víctor Manuel Amieva fundó también la asociación del Parque Industrial Benito Juárez, el más antiguo de Querétaro, y como secretario de Desarrollo Económico impulsó la construcción del Parque Industrial Bernardo Quintana.

“A Querétaro le dejó mucho, porque finalmente él también fue dirigente de muchas asociaciones, de organismos empresariales. Él —por ejemplo— impulsó la construcción del Parque Industrial Bernardo Quintana”, comentó Victorino Reynoso González, gerente general de Imprecolor, y quien ha estado trabajado en la compañía desde hace 35 años.

“Por la cercanía con el Distrito Federal, él veía el potencial que tenía Querétaro para la industria, así que realmente sentía que el Parque Industrial Benito Juárez estaba un poco limitado, por lo que vio que el Parque Bernardo Quintana permitía ampliar la instalación de industrias”, refirió.

Un líder exigente, pero flexible, lo calificó Reynoso, quien aseguró que Amieva Pérez era un hombre cabal y sencillo, a pesar de que se relacionaba en los altos círculos de la iniciativa privada y la política.

“Él fue una persona con una mentalidad muy abierta, me dejaba manejar el negocio con más flexibilidad, pero eso sí, con mucha exigencia”, recordó.

“Para mí fue mi guía, mi maestro, qué le puedo decir, era como un padre”.

Cecilia y Lucero Amieva resaltaron que su padre seguía una política de honestidad, rectitud y calidad absoluta, y así es como se forjaron sus negocios, y también, sus relaciones interpersonales.

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