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“Intentar y tratar” son palabras que no existen en el vocabulario de Valentín Diez Morodo, un hombre que logró llevar la cerveza Corona a más de 180 países, por eso se le reconoce como el artífice y el brazo ejecutor de la internacionalización de esa bebida.

Si bien su capacidad para posicionar Corona en casi todo el mundo es de los éxitos que todos le conocen, el empresario tiene una larga carrera como consejero de más de una treintena de empresas, socio de importantes firmas del sector aéreo, de la banca, presidente de organismos empresariales, participa en el sector educativo y es dueño del Club deportivo Toluca.

Los empresarios dicen que su talento y su fuerte carácter hacen que casi siempre tenga éxito en cada uno de los negocios que emprende, lo que viene desde su cuna, pues por sus venas corre el olfato empresarial de su padre Nemesio Diez Riega, español por nacimiento y quien llegó a México a los 13 años de edad.

Quienes conocen a Diez Morodo, quien nació en la Ciudad de México en junio de 1940, lo describen como una persona seria, firme, de carácter fuerte, pragmática, ejecutiva y humano, que no le gustan los reflectores, por eso evita las primeras planas y busca rechazar entrevistas formales. Dicen que sabe respetar, que valora el trabajo en equipo y que se rodea de gente con talento.

Aunque es serio, puede interrumpir sus discursos formales para hacer un chiste sobre futbol, ya sea frente a funcionarios o empresarios de otros países, para luego regalarles una playera del Toluca, como lo ha hecho con visitantes de Europa y América Latina.

Por eso a lo largo de sus 75 años cuenta con un gran patrimonio el cual comparte sólo con su esposa Marina, ya que no tuvieron hijos. Y aunque muchos dicen que fue hijo único, en realidad su hermana falleció a los 15 años de una enfermedad renal. Por eso en los pasillos de Grupo Modelo muchos decían que “todos quisieran ser sus hijos o tenerlo de abuelo”.

Le apasiona el futbol y uno de sus orgullos fue el trabajo que realizó en Grupo Modelo, empresa que la siente no sólo suya sino como una de las firmas de origen mexicano de mayor prestigio.

Su edad no le impide ser una máquina de trabajo y cómo todas sus estrategias para hacer negocios le han hecho ser querido por algunos, mientras que otros prefieren evitarlo.

Es y ha sido un trotamundos de los negocios. Prácticamente conoce cada uno de los países en donde se vende la cerveza Corona, pues fue él quien logró colocarla en casi todo el mundo.

Visión empresarial. Hay dos cosas que se le reconocen en el mundo del sector privado: su habilidad para hacer negocios y su carácter.

Cuentan que habla fuerte con los empresarios o los funcionarios. Una de las anécdotas que recuerdan es que durante una gira de trabajo un representante del gobierno llegó tarde y fue cuando Diez Morodo le pidió que cumpliera con el ritmo de trabajo como todos los demás.

Generalmente no hace planteamientos de manera abierta a las autoridades, sino que espera el momento de una reunión privada o busca hacerlo por escrito, un estilo que no comparten algunos hombres de negocios.

Cuando tiene un problema con una persona —comentan que— lo tendrá en mente, reclamará y regularmente buscará arreglarlo con los superiores. Por eso, los hombres de negocios evitan enfrentamientos con él o generar opiniones que puedan terminar en un mal entendido.

Desde niño fue serio y reservado, sobre todo para los temas personales, pero aún así tiene un “don de gente” y talento nato para hacer negocios que le permite dar resultados.

Su currículum así lo data. Desde 1966, cuando comenzó en Grupo Modelo, la misma empresa a la que se incorporó su padre Nemesio Diez, en 1945, cuando se hizo cargo de la distribuidora de la cervecera en Toluca, Estado de México.

La carrera que hizo en la cervecera mexicana le creó reconocimiento en el sector privado y a ser parte de los consejos de administración. Por ejemplo, Kimberly-Clark de México fue de las primeras empresas en las que fue consejero, en donde más tarde se convirtió en vicepresidente del consejo de administración.

Ese fue el inicio de su participación como miembro de consejo de empresas como Grupo Financiero Banamex, Acciones y Valores Banamex; International Advisory Board Citigroup; Grupo México, Grupo Kuo, Grupo Dine, Mexichem, Zara México, Telefónica México, Bodegas Vega Sicilia, Instituto de Empresa de Madrid y Bodegas Vega Sicilia; además de ser consejero de organismos públicos como ProMéxico y el Banco Nacional de Comercio Exterior.

Luego de la venta de sus acciones de Grupo Modelo y de reinvertir su dinero en la compra de acciones de la cervecera multinacional más grande del mundo Ab Inbev se convirtió en consejero mundial de esa transnacional.

Fue consejero de OHL México, pero anunció su salida en octubre pasado, tras los escándalos en los que se involucró a la empresa.

El también socio de Grupo Aeroméxico no limita su participación en empresas del sector privado, ni como consejero, sino que participa en instancias gremiales. Con la diferencia de que mientras las cámaras y confederaciones empresariales cambian de presidente cada tres años por ley, Diez Morodo permanece al frente del Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior (Comce) desde 2004, pues al ser consejo no se sujeta a la Ley de Cámaras.

Su visión lo llevó a constituir, en 2004, el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), un centro de investigación que se dedica a hacer estudios en materia de políticas públicas, en el que funge como presidente del consejo.

Por todos esos cargos, su estancia en México es de una tercera parte del año en promedio, en tanto que el resto está viajando, muchas de las ocasiones en su avión particular.

Modelo marca su vida. Diez Morodo tiene gran cariño a Grupo Modelo, por eso fue de los que se opuso a la venta de acciones a AB Inbev, porque consideraba que la empresa era una especie de patrimonio de México. Así que, cuando no se pudo frenar más la operación, recibió el pago por sus acciones y las reinvirtió en esa gran firma cervecera multinacional.

La internacionalización de la cerveza Corona en el mundo la inició en 1970, en momentos en que nadie pensaba en la globalización.

Durante la presentación de su libro Corona, la cerveza mexicana que conquistó al mundo, él mismo contó que “los empresarios mexicanos, incluido yo, cuando estamos en una posición cómoda, para qué te complicas la vida. Cuando ganas muy bien para qué te complicas la vida, pero, hoy por hoy sabemos que el que no está globalizado está perdido”. Sus cercanos dicen que esa es de las frases que muestran su inquietud por estar siempre en movimiento.

Para Diez Morodo la clave del éxito para ingresar al mercado estadounidense y a otros territorios fue demostrar que Corona era una cerveza de gran calidad que debía venderse caro.

En Estados Unidos “la imagen que tenían de México y de sus cervezas es que eran baratas. Pero para penetrar a Estados Unidos se puso el precio de la cerveza importada más cara, porque no tenía que ser barato si importábamos con calidad iniciamos con esa política y nos dio resultado”.

Podría hacer un compendio de anécdotas de todo lo que vivió en Grupo Modelo, como la vez en que un grupo de distribuidores de Nevada difundieron el rumor de que la cerveza Corona tenía orines y por eso se le ponía limón. Un caso que se llevó a juicio y por el cual ganó la empresa 3 millones de dólares en 1979.

Fueron tantas experiencias con Grupo Modelo y labor en el área de exportaciones que en 2012 se le entregó un reconocimiento especial como parte del Premio Nacional de Exportación.

Además de que por su labor empresarial obtuvo la medalla Soralla The Hispanic Society of America y el Premio Enrique V. Iglesias por el Consejo Empresarial Hispano Mexicano.

Su lado académico. El currículum de Diez Morodo es largo. Fue el primer graduado de la licenciatura en Administración de Empresas de la Universidad Iberoamericana, se le otorgó su título con mención Cum Laude (calificación sobresaliente). Para complementar su formación académica realizó estudios de posgrado en mercadotecnia, ventas y administración de personal en la Universidad de Michigan.

Su paso no fue sólo como estudiante, fue también profesor de la cátedra de Ventas y mercadotecnia por más de 15 años y presidente de la Asamblea General de Asociados de la Universidad Iberoamericana desde 2000. Ese hecho lo llevó a ser reconocido como un “Líder Ibero” de acuerdo con la revista de esa universidad.

El cariño que le tiene a esa institución lo ha llevado a otorgar donativos para mejorar las instalaciones y apoyar la escuela de Negocios.

Opina que en la Ibero se “prepara a los alumnos buscando la excelencia académica en un esquema de humanismo integral. Esto permite una sensibilización de las necesidades de los demás, el compromiso con la creación de un mundo más justo y la promoción de la excelencia humana”.

El futbol su pasión. Un día que el director técnico del Club Toluca, José Saturnino Cardozo, dijo que “intentarían” calificar y ganar el campeonato de la temporada, Valentín Diez Morodo reviró “no vamos a intentar, vamos a ganar”.

Esa es la visión de este empresario que ha llevado al éxito reciente a su equipo de futbol. En su palmarés suma cuatro títulos con Toluca.

Cada 15 días se le ve a don Valentín Diez Morodo apoyando y motivando a sus “diablos” desde el palco principal. En ese recinto, regularmente tiene invitados como empresarios y políticos. Hace más de tres años cuando el presidente Enrique Peña Nieto era gobernador era de los más asiduos visitantes al palco.

El dueño del Toluca no va a los entrenamientos y sólo cuando ganan campeonatos baja a la cancha. Quizá esta situación refleja su respeto por el trabajo en equipo, pues a la prensa deportiva le ha dicho que el cuerpo técnico de los “diablos rojos” es el encargado de preparar al equipo, él solamente pone el dinero.

Es vox populi que desde joven conoce al equipo, pues en 1959 su padre Nemesio Diez adquirió al Club Toluca, a petición del presidente Adolfo López Mateos. En esos años Nemesio Diez acuñó la frase “que el balón ruede a nuestro favor”, la cual se sigue usando hasta la fecha.

Son 57 años de que el Club Toluca es parte de la familia Diez, un negocio que disfruta el empresario, como lo refleja en las reuniones que realiza con las porras —La Perra brava, Los hijos del averno, Fuerza Roja y Corazón Escarlata—, la prensa, el equipo, los directivos e invitados.

A pesar de que una de las constantes bromas de Diez Morodo era que no construiría un estadio hasta que el gobernador no pagara las obras, como en otros estados, con motivo de los próximos 100 años de los “diablos rojos”, invierte 800 millones de pesos en la remodelación del estadio, para tener capacidad de 30 mil aficionados y estacionamiento para mil 500 vehículos.

Así es como se va a festejar el aniversario del Toluca, un equipo del que se siente orgulloso y al que quiere tanto como a Grupo Modelo, quizás sus dos mayores pasiones.

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