El aumento que el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) registró en el cuarto trimestre de 2012, respecto a lo alcanzado un año antes, muestra que los ingresos percibidos por los trabajadores mexicanos son insuficientes para alcanzar un nivel adecuado de bienestar. A tasa anual el ITLP se elevó 3.4%, la quinta alza consecutiva para el mismo periodo de tiempo.

A raíz de lo anterior puede observarse que el ITLP se encuentra en un nivel superior al contabilizado durante la crisis del 2009, cuando la economía cayó más de 6% y lo cual sintetiza que la recuperación posterior no se traduce en un mayor bienestar para los mexicanos. La razón se encuentra en el deterioro del mercado laboral, algo que básicamente es atribuible a las menores prestaciones y remuneraciones que perciben los trabajadores.

Un problema adicional es que el comportamiento del ITLP no es exclusivo del último trimestre, a lo largo de 2012 la variación del índice fue de 3.5%. Un aspecto fundamental a considerar es la caída en el poder adquisitivo del ingreso de los trabajadores mexicanos: se presentó una baja de 4.3% en la comparación con respecto al último trimestre del 2011. Si el resultado se coteja en referencia con el inicio del sexenio de Felipe Calderón lo que se aprecia es una caída del 28.4%. La baja en el poder de compra de los ingresos afecta al bienestar de las familias, particularmente de las más pobres. No puede olvidarse que 10% de las personas de menores ingresos destina casi la mitad de sus ingresos a la compra de alimentos y bebidas, una situación que los pone contra la pared cuando su precio se eleva.

El hecho de que el ITLP vaya al alza sintetiza la precarización del mercado laboral, implica que los beneficios del crecimiento económico no llegan al bolsillo de las personas que cuentan con una ocupación, lo cual es más preocupante para quienes no tienen un empleo.

A nivel estatal es evidente que existe una presión sobre el bienestar de la población: a tasa anual solamente 6 estados de la república reportaron una disminución del ITLP, en tanto que 15 sufrieron de un aumento.

Lo descrito representa una mala noticia para el desarrollo social de México, particularmente porque al mismo tiempo se presenta una marcada desaceleración de la economía, algo que exacerbará el desequilibrio del país. Durante el mes de enero la tasa de desocupación se elevó y al mismo tiempo que el empleo registrado ante el IMSS fue mayoritariamente eventual. Por tanto es difícil pensar que al arranque del año se haya contabilizado una mejora en las condiciones del mercado laboral.

Evidentemente que esto afectará los planes de los tres niveles de gobierno, en su lucha contra la pobreza y el hambre: ante este escenario, los recursos inicialmente utilizados para ello podrían ser insuficientes.

El aumento del ITLP es un llamado para las autoridades y partidos políticos, elevar impuestos como el IVA podría dislocar un tejido social que ya se encuentra profundamente afectado por la precarización de la ocupación. El hecho de que el ITLP se encuentre en niveles superiores a los registrados durante la crisis de 2009, y que su tendencia se mantenga al alza, implica que un aumento al IVA mermaría la capacidad de compra de la población más pobre.

Pensar que el gasto social podría bajar, y hasta revertir, la afectación implica en transformar los programas oficiales existentes, dotarlos de una eficacia que no han alcanzado. En los siguientes meses se tendrá un debate sobre el rumbo de las reformas a construir; sin duda todas ellas deben orientarse a generar bienestar social, de otra manera los desequilibrios citados podrían aumentar.

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