Hace algunos años, había una pequeña empresa de construcción que en un día inesperado sus directivos recibieron un citatorio que avisaba sobre una auditoría a la que tendría ser sometida por parte del Sistema de Administración Tributaria (SAT). El dueño y fundador de la compañía —que tenía más de 30 años en el mercado— se presentó a la cita y le fue asignado un auditor. El diagnóstico fue que la empresa había declarado las mismas cifras de ingresos y gastos por dos años consecutivos y que por ello tendría que pagar una multa de 4 millones de pesos.

“Fue un error de ellos porque en realidad no fue así. El auditor que nos asignaron nos insinuó que eso podía cambiar siempre y cuando contratáramos a un amigo suyo para que nos ‘arreglara’ la contabilidad y no tuviéramos que pagar nada o casi nada”, cuenta la hija del entonces dueño. Pero los directivos se negaron realizar esta contratación y esto tuvo consecuencias. “Mi padre se negó a hacerlo y se acabó la empresa porque el auditor se fue con un coraje, nos fuimos a juicio y lo perdimos. Al cabo de cuatro años de juicio, la multa se duplicó”, explica.

La empresa por supuesto quebró. La situación fue real pero los detalles son omitidos por petición expresa de confidencialidad. Este caso no es aislado y deja ver apenas sólo un poco de lo que la corrupción le cuesta a las empresas mexicanas. Una cifra para aproximarse al fenómeno la proporciona el estudio

Es decir, detuvieron su expansión, por ejemplo, según lo encontrado recientemente por el estudio El efecto de la corrupción en emprendedores y mipymes, realizado por Fundación Idea, el Instituto Nacional del Emprendedor, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): 20% de las mipymes detuvieron algún negocio por efectos de corrupción.

“Que 20% de los micro, pequeños y medianos empresarios digan que han detenido algún negocio por la corrupción es muy alto”, sostiene Yolí Sánchez, investigadora de la Fundación Idea. Esta práctica impacta a muchos niveles y depende del tipo de emprendimiento del que se trate el daño, por ejemplo, si fuese uno de alto impacto, se dejaría de crear patentes e innovación a causa del pago de un soborno.

La corrupción no es una cadena, sino que daña al mismo tiempo a distintos aspectos del ecosistema emprendedor. Lastima al estado de Derecho (que es esencialmente que las leyes se cumplan) del país, genera costos de transacción que no existían lo que hace que los negocios se vuelvan más caros, afecta la disponibilidad de mano de obra porque se sesga hacia actividades corruptas y aumenta la inequidad en la distribución del ingreso de la población, por poner algunos ejemplos.

“El impacto de la corrupción es transversal en muchos aspectos del emprendimiento, no es sólo pago el soborno, sino que tiene un impacto grande sobre el ecosistema de negocios de México”, explica Sánchez.

Esta práctica y su percepción

La corrupción se entiende como “el abuso del poder para el beneficio propio” y junto a esta práctica en sí misma, no se tiene que dejar de lado la percepción de la corrupción.

Es fundamental porque el que los empresarios piensen que los demás son corruptos facilita este tipo de prácticas.

Este estudio encontró que la percepción de corrupción es tres veces mayor que la ocurrencia de sobornos —la forma más común de esta práctica que afecta a los emprendedores— e impacta por sí sola en el clima de negocios. Lo que sucede es que los empresarios piensan que los demás son corruptos y esto afecta a la toma de decisiones a distintos niveles. “El hecho de que haya percepción de corrupción facilita que esta ocurra”, sostiene el estudio. Es decir, “los usuarios pueden ofrecer sobornos con mayor facilidad porque consideran que ‘es la norma’”.

La especialista explica que esta percepción sucede también desde el sector público, entre funcionarios.

“Aquí todos se están llevando algo, ¿por qué yo no me llevo nada? Entonces voy a pedir algo. Y también si en mi imaginario todos lo están haciendo y a nadie están cachando, entonces aumenta la percepción de impunidad, cuando la ganancia a obtener es mucha y el sentido de impunidad es alto, quiere decir que tengo mucho que ganar y poco que perder, es racional la decisión de entrar en actividades de corrupción”, sostiene.

Piensan que es la norma

Así, 34.9% de los establecimientos consideran que otras compañías con características similares a las suyas están haciendo pagos informales o dando regalos a oficiales de gobierno para asegurar contratos, de acuerdo con información del Banco Mundial citada por el estudio, lo que lleva a pensar que se cree que es una práctica común.

“En general, los empresarios y emprendedores en México consideran que la corrupción se ha vuelto un estándar en las prácticas de negocios, aun aquellos que afirman que en su propio sector no enfrentan el problema”, sostiene el estudio con base en las entrevistas a emprendedores realizadas.

Este estudio va en consecuencia con otros realizados en el tema. De acuerdo con el Índice de Competitividad Global 2015 del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) la corrupción ocupa el primer lugar (con 18.6%) de los factores problemáticos que dificultan hacer negocios en México.

Las decisiones de los empresarios

Es importante esta percepción porque en ella suelen basar sus decisiones. “Muchas decisiones se toman con base en lo que creen o perciben, entonces cuando creen que todos pagan, también impacta en las decisiones del emprendedor”, explica Yolí Sánchez.

En la realidad y más allá de la percepción, en México, 11.7% de las empresas ha pagado un soborno. Sobre esta cifra, el informe da cuenta: “México no solamente es un país que se percibe a sí mismo con altos niveles relativos de corrupción (en comparación con otros) sino que las estadísticas autoinformadas de soborno confirman esta percepción”.

Éste es el delito que más afecta a las mipymes mexicanas y consiste en un mecanismo para lograr un objetivo y desde el punto de vista de los funcionarios públicos, es una forma de buscar beneficios, según define el estudio.

La razón principal por la que ocurre este tipo de práctica es para acelerar un trámite (19% de las mipymes encuestadas reportaron esta práctica), seguido de para ser beneficiario de un programa de gobierno.

En cuanto a tamaño, los más afectados por esta práctica son los negocios más pequeños, debido a varias razones.

Primeramente, por que su estructura difícilmente les permite tener personal especializado para lidiar con “burocracias agresivas”; luego porque no suelen tener redes que les permitan evitar los sobornos ni tener acceso privilegiado a las licitaciones y en tercer lugar por su escala, es decir, si hay algún soborno de suma fija por supuesto que le pegará a una pequeña que a una grande.

La corrupción es sufrida más por unos sectores que por otros. La Fundación Idea y el PNUD encontraron que el sector más afectado es el industrial, que comprende actividades como agricultura, cría y exploración de animales, aprovechamiento forestal, pesca y caza; minería; generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y gas y construcción de industrias manufactureras. El segundo sector más afectado es el comercial, tanto al mayoreo como al menudeo.

¿Qué sigue?

La erradicación de la corrupción siempre suena a ser un asunto complicado, sin embargo, en concreto, la corrupción que afecta a las pymes, que es la relacionada con los trámites, no es tan difícil, según lo que explica la investigadora de la Fundación Idea: “Ese tipo de corrupción es fácilmente combatible. No es esta corrupción estructural de la que se habla en otros niveles, sino que la que le pega a las mipymes es la de los trámites. Por ejemplo, el SAT ya tiene simplificados mucho más los trámites y en línea, lo cual ayuda mucho”.

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