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Luego de que se diera a conocer el dato del crecimiento económico para el primer trimestre del año, surgieron distintos análisis y comentarios respecto de cómo describir la situación que atraviesa actualmente la economía mexicana. Las posturas van desde los que consideran que estamos en franca recesión, pasando por diferentes matices como estancamiento o ralentización, hasta los que defienden que estamos creciendo, más lento de lo esperado pero aun creciendo, incluso más que nuestros socios comerciales. En medio de los argumentos, el consenso que se ha logrado es claro: la situación no va del todo bien.
Estamos frente a un entorno en la que las principales variables macroeconómicas crecen, pero a una tasa tan reducida, prácticamente tratándose de movimientos laterales. Tanto la producción, como las exportaciones, el consumo y el empleo se han mantenido con un ritmo estable, aún cuando el crecimiento no es percibido por muchos y hay actividades, como la construcción, que ya han acumulado un largo periodo con tasas negativas de crecimiento. Lo anterior, en contraste con el comportamiento exhibido durante la crisis de 2008, cuando las reducciones en estas variables fueron significativas.
Lo que hay que tener en cuenta es que las condiciones actuales no son producto de la Reforma Fiscal que entró en vigor en enero del presente año; la situación de las variables económicas ya venía con una tendencia desde el primer trimestre de 2013 llegando a una situación crítica a finales del año. La autoridad ya ha mencionado las causas: la debilidad de la economía mundial, en especial en Estados Unidos, la incertidumbre financiera, la baja en las exportaciones petroleras y el invierno extremo que se registró. Lo que si se le puede achacar a la reforma impositiva es una situación de cierta incertidumbre que ha inhibido el consumo y la inversión privados.
Hace unos días, el gobierno federal ajustó a la baja su expectativa de crecimiento de la economía mexicana para 2014, esperanzado a que las reformas estructurales se concreten en un corto plazo y empiecen lo más pronto posible a generar un mayor ritmo de crecimiento. Sin embargo, y como hemos venido señalando, los efectos esperados de las reformas aún están lejos de sentirse en los indicadores económicos, y aún más en los bolsillos de los mexicanos.
Hay trabajo que hacer en paralelo a las reformas, ya que estas no van a resolver la situación actual. Como lo indicó el presidente en la asamblea del Consejo Coordinador Empresarial, la trasformación del país no llegará de la noche a la mañana, ni se alcanzará por decreto. En este sentido, debemos todos los sectores estar conscientes de que el trabajo diario no es sólo del gobierno, el sector privado y social tenemos parte fundamental. Se requiere, ajustar tuercas en la maquinaria.
En este contexto, el presidente expuso seis acciones en respuesta a las solicitudes que el sector privado ha interpuesto a través de distintas instancias de diálogo. Las más destacadas, sin duda, son las relacionadas con la aceleración en el proceso de adjudicación y puesta en marcha de la obra pública, sobre todo en infraestructura, por parte de las dependencias ejecutoras como Pemex, CFE, SCT y Conagua. Esta medida, acelerará el flujo de recursos a la economía a través del gasto de inversión pública, lo que también puede hacerse a través de los programas sujetos a reglas de operación. El presidente anunció medidas respecto de los programas sociales, esperemos se extiendan también a los programas que llevan dependencias como Economía y Sagarpa cuyos fondos de fomento también se encuentran atrapados en la maraña que representa la serie de requisitos y procesos burocráticos que implican su operación.
La otra medida destacable es la relacionada con asegurar que, en materia de hidrocarburos, gas y electricidad, haya un contenido nacional relevante. Lo anterior, a decir del Presidente, asegurará que la industria mexicana se beneficie ampliamente con las nuevas oportunidades de inversión y crecimiento que ofrecerá el sector energético nacional. Esta medida sin duda es respuesta a los reclamos que las empresas mexicanas relacionadas con el sector energético han realizado desde que se dieron los primeros pasos en la Reforma Energética.
El Presidente, al presentar estas medidas comparó la situación actual como un partido de futbol. Al gobierno le corresponde garantizar que el campo de juego tenga las condiciones, pero para que haya goles, se requiere que los jugadores tomen la cancha y salgan a ganar. En este sentido no podemos estar más de acuerdo, el partido ya empezó y los empresarios y trabajadores que hemos decidido participar tenemos el balón en nuestra cancha. ¡Salgamos a ganar!
* Presidente de Consultores internacionales, S.C.