De manera similar a la justa futbolística de este verano en Brasil, la economía es un juego de muchas variables: desde el clima, la buena (o mala) relación entre los actores, condicionantes externos (un cuestionable arbitraje internacional), entre muchas otras. Asimismo, como en la economía, una mala decisión, una lectura errónea de las variables tendrá consecuencias en el corto, mediano y largo plazo.

Existen importantes paralelismos entre el deporte más popular en México y el desempeño económico. Al inicio del torneo mundialista, como sucede cada cuatro años, la Selección Mexicana llegó con expectativas positivas (a pesar del infortunado hexagonal de clasificación), las cuales se fueron acrecentando conforme pasaban los partidos, y se consolidaba la apuesta del seleccionado nacional en la cancha. En paralelo, hace 19 meses comenzamos la presente Administración con grandes expectativas, mismas que crecieron conforme se consolidaban reformas estructurales en el marco del Pacto por México, al grado de generar a nivel internacional el llamado “Momento de México”.

Hoy, sin embargo, cuando vemos que la situación es otra, desafortunadamente también en el fútbol, lo fácil sería decir que “nos alcanzó la realidad”, “éste es nuestro nivel”, “borrón y cuenta nueva” siguiendo la costumbre de repetir cada seis años (en cuanto al desempeño económico nacional) y cada cuatro (en fútbol). Sí, eso sería lo sencillo, como lo sería también señalar que no hemos crecido debido al insuficiente desempeño económico de nuestro vecino del norte o que nuestra selección viene de regreso debido a un árbitro portugués, ambos aspectos tienen algo de cierto pero son un árbol en medio de un bosque que debemos analizar a fin de obtener conclusiones para salir adelante; es momento de aprender.

La economía en EU no se ha recuperado, como tampoco ha sucedido en gran parte del mundo, y es un factor que definitivamente nos impacta. Sin embargo, sabemos desde hace por lo menos cuatro años que la recuperación sería lenta, así que no debe ser algo que nos tome por sorpresa. Al contrario, esta situación debe ilustrar a todos los que participamos en la vida económica a entender que no podemos depender para siempre del mercado estadounidense. Sí, la diversificación de mercados es importante (hay que aprovechar los acuerdos comerciales que se tienen con 45 países) pero más debe serlo el fomento al mercado interno, uno de los grandes retos pendientes y damnificados, de la política económica de los último años.

Asimismo, es necesario que el país adopte como mantra el término “concretar”. El partido del domingo demostró lo que sucede cuando no se concreta el objetivo y se adopta una actitud pasiva y no proactiva; el combinado de Miguel Herrera cedió la iniciativa y las consecuencias las conocemos. Trasladando esa falta de concreción al ámbito nacional, hoy corremos el riesgo de, a causa de temas políticos que sólo interesan a unos cuantos, no concretar reformas que pueden ayudar a cambiar el ritmo del juego, o peor, que se concreten de forma muy superficial ocasionando que nuestro país siga perdiendo competitividad en dos de las áreas que marcarán el ritmo económico del siglo XXI, energía y telecomunicaciones.

Ahora, no se trata de apostar todo a las reformas, pues éstas son una herramienta y no un fin. La gran apuesta mexicana del siglo XXI debe ser hacia la concertación de acciones por parte de todos los actores: gobierno federal, gobiernos estatales y municipales, poder legislativo, sistema judicial, iniciativa privada, sociedad civil, academia, entre otros. Todos tenemos el mismo objetivo: el crecimiento y el desarrollo de México.

El gobierno debe brindar condiciones claras que den certeza a las inversiones e impulsen la economía con medidas anti-cíclicas (estímulos, flexibilización real del crédito, políticas de incentivo a la investigación y desarrollo), es decir, actuar como facilitador real; el poder judicial debe ejecutar de manera más contundente para hacer prevalecer el estado de Derecho (primera condición del desarrollo económico); y, los legisladores deben dejar de enredar el proceso de legislación secundaria y concretar las leyes que necesita el país. Es necesario que los gobiernos estatales den un paso adelante en el desarrollo económico y pasen ya el nivel de esperar recursos federales.

Los empresarios, debemos de apostar por México y tomar riesgos en la inversión y acciones para el fomento del empleo; el gasto público es un importante motor para la actividad económica, pero debemos de poner en juego nuestro talento para presentar soluciones innovadores que resultan en mayor valor agregado a la producción.

El domingo recibimos un cubetazo de agua fría, mismo que hemos recibido en los últimos meses. Sí, ahora volveremos a “nuestra realidad” pero en nosotros está que esa sea la realidad del hoy porque ya estamos trabajando en la realidad del mañana. No se tratar de repetir ese grito mediocre “¡Sí se puede!” como si esperáramos algún tipo de intervención divina, sino de repetirnos cada día “¿Cuál es mi responsabilidad?” y actuar en consecuencia. Hay que actuar hoy para avanzar de manera continua, mirando al futuro. México es un equipo en el que todos cabemos y tenemos un compromiso que debemos cumplir.

*Presidente de Consultores Internacionales

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