De sonrisa contagiosa, la maestra en Arquitectura, Romy Rojas Garrido, recibe a EL UNIVERSAL Querétaro en el imponente edificio de la calle Madero que alberga las oficinas de la Secretaría de Obras Públicas del estado de Querétaro.

Su despacho resalta su personalidad. Enormes orquídeas blancas y una canasta llena de alcatraces exhiben su pasión por las plantas; pasión, dice, que la llevaría a dejar incluso la Arquitectura para dedicarse al paisajismo. La rodean las representaciones a escala de las esculturas que ahora están colocadas en distintos puntos de la ciudad: El Beso, El niño con globo, El globero; Niña con palomas y El organillero, entre otras.

Se considera una mujer tenaz, a la que sus padres enseñaron a “arrancar de la vida lo que se desea y no esperar sentado”. También dice que es una idealista, pues considera que desde lo individual se puede contribuir a tener un mundo mejor. Le encantan los animales y las enchiladas verdes de La Mariposa; y le gustaría trascender en la memoria de la ciudad como alguien que contribuyó a hacer más felices a los que viven en el estado.

¿Puede definirse en tres palabras?

Determinante, tenaz y leal.

¿Cuál considera que es el principal rasgo de su carácter?

Yo creo que soy muy idealista. Porque sí sueño con un mundo mejor y estoy convencida de que no depende de los demás, sino de nosotros mismos. Y en ese idealismo está la aportación que yo pueda hacer para tener un mundo mejor y trascender.

¿Qué cualidad aprecia más en una persona?

La lealtad. Podrás encontrar mucha gente muy capaz, pero no encuentras muchas personas leales a lo largo de tu vida, y la lealtad es un rasgo de mucha nobleza, representa que puedes trascender con esa persona en cualquier nivel, en una amistad, en una relación… siempre y cuando tenga esa virtud.

¿Qué es lo más aventurero que ha hecho en la vida?

Yo creo que haberme ido, a los 22 años de edad, a vivir sola, cinco años, a Canadá, a estudiar dos maestrías. Creo que fue una aventura por lo que representaba para mí estar sola a esa edad. Me desprendí de mi zona de confort; porque yo estaba muy cobijada por mi familia y de todos los hábitos que tenía aquí en casa.

¿Qué fue lo que la impulsó a irse?

El tener una visión integral de la Arquitectura. Soy una apasionada de la Arquitectura, y el salir de mi entorno me dio esa visión integral. Creo que aprendí más de las experiencias que tuve de vida, que incluso en la parte académica. Me formó mucho el carácter haberme probado en otro país, y creo que fue con muy buenos resultados. Regresé a mi país sintiéndome fuerte y que las podía.

¿Qué es lo que más le gusta de la Arquitectura?

Que creas ambientes, no espacios. Creo que un buen arquitecto es el que tiene la sensibilidad de saber que está generando ambientes, no un espacio tridimensional.

Si tuviera que definir la Arquitectura, ¿qué sería?

Situación geográfica y momento histórico.

Últimamente, la Arquitectura ha sido un campo más abierto a las mujeres. Pero hubo un tiempo en que se veía a la ingeniería y a la Arquitectura como un campo masculino. ¿Cómo le ha tocado vivir este paso?

Creo que es diferente la parte académica de la Arquitectura a la parte laboral. Incluso, podría haber otra división entre trabajar en la iniciativa privada y en el ejercicio público. En la parte académica a mí me tocó 50 y 50% de hombres y mujeres. Igual en la iniciativa privada. Pero en el sector público, donde me topé, sigo siendo generalmente la única mujer donde se tocan temas de ejecución y construcción de obras. Y al respecto siempre me he sentido cómoda. Nunca entro a una reunión diciendo ‘ellos son hombres y yo mujer’. Creo que eso me ayuda mucho, que yo no me pongo una barrera en el marcar una distinción y así lo externo a los demás.

¿Considera que hay una diferencia entre la forma en que un hombre y una mujer abordan proyectos de obra?

Una mujer es mucho de detalle. Somos más aprehensivas de que las cosas lleguen a feliz término. Somos más cuidadosas.

¿Qué espera de sus amigos?

Lo mismo que yo les dé.

¿Cuál es su principal defecto?

Lo que me dice todo mundo es que soy demasiado perfeccionista, y creo que la verdad sí. Eso me ha obligado a exigirme mucho a mí misma y a veces no disfruto tanto de la vida como debiera.

¿Cuál es su ocupación favorita?

Pasar tiempo con la gente que amo.

¿Y tiene tiempo?

Me lo busco. Creo que es una obligación del ser humano; así como es una obligación ir a trabajar y resolver problemas, tienes que darte tiempo para estar con los que amas.

¿Cuál es su ideal de la felicidad?

Va muy ligada a la paz. Hago todo lo que me dé paz. Tomo decisiones cada día para vivir en paz.

¿Cuál ha sido su mayor tristeza?

Creo que el contemplar la pérdida de mi gente cercana. Y las personas que más amo son mi esposo, mis padres, mis hermanos y mis sobrinos.

Si no fuera arquitecta, ¿qué le gustaría ser?

Paisajista, me fascinan los árboles. Creo que me la pasaría sembrando árboles todo el día. De hecho, he sembrado árboles por todo Querétaro. Sería paisajista.

Si no viviera en México, ¿en qué otro país le gustaría vivir?

No me veo en otro país.

¿Cuál es su animal favorito?

Por su nobleza, el perro. Es muy afín al ser humano. Sin embargo, en el aspecto más romántico, están los petirrojos, porque yo siempre pensé que los petirrojos son señales. Tengo muchas mascotas que están en casa de mis padres. Tengo tres perros, un pastor alemán, un yorkie y un Golden retriever. Y muchos canarios.

¿Cuál es su cantante favorito?

Me encanta Norah Jones, porque además de que tiene muy buena voz, te llega lo que canta. Es una artista con la que me conecto.

¿Cuál es su película favorita?

Los puentes de Madison. Es un tema sumamente real que no se toca abiertamente, que es la decisión que toma una mujer priorizando a su familia por encima de cualquier cosa.

¿Su libro favorito?

Cities, suburbs, dwellings in the postwar era, de Norbert Shoenauer

¿Su héroe en la vida real?

Mis padres, porque tienen historias de vida donde realmente cumplieron todos los sueños y nos enseñaron a sus cuatro hijos a arrancarle a la vida lo que nosotros deseamos y no esperar a que la vida nos lo dé, sino ir por él.

¿Qué hábito ajeno no soporta?

¡Un chorro! (ríe) Me molesta que no se contengan en sacarse un moco, me chocan esas cosas, y hay otras peores.

Su personaje histórico.

La Corregidora de Querétaro.

Si pudiera redactar su propio epitafio, ¿cuál sería?

Nunca he pensado en un epitafio. Creo que porque no le tengo miedo a la muerte.

Si pudiera comer una sola cosa el resto de su vida ¿qué sería?

Las enchiladas verdes de La Mariposa. Me encantan.

¿Cuál sería su lema de vida?

No tengo uno específico, porque ha ido cambiando en las diferentes etapas de mi vida. El de ahorita sería: “Si no quieres que se sepa, no lo hagas”.

Cuando termine su gestión al frente de la SDUOP, ¿cómo le gustaría ser recordada?

No me gustaría que me recordaran como una persona que solamente puso tabiques o edificó columnas, sino como alguien que realmente contribuyó a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Cada cosa que generamos siempre trato de concientizar al equipo, que estoy muy orgullosa de dirigir, de que nosotros en realidad somos responsables de la calidad de vida de los queretanos. Que a veces hay que pisar callos y que eso no gusta, pero no lo hacemos con la finalidad de pensar en corto plazo, sino en tener beneficios a largo plazo, donde se sientan más felices en donde viven.

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